Leo conversaba mucho y en voz baja. Aquel día subió el tono y sonrió por la alegría de haberle reanimado sus espejuelos con una sencilla solución que ella calificara de gran acontecimiento oportuno para continuar su fecunda obra de infinito amor.
Recíproca era nuestra amistad. Ante cada relevante logro suyo una publicación en la prensa. Por los premios periodísticos una poesía de regalo de la madrina de mi nieto Arielito, a quien ella también le obsequiaba libros y escritos llenos de ternura.
Así de cordial era la maestra que le impartía clases a los barbudos del Ejército Rebelde en la campaña de alfabetización, en el cuartel del poblado de Pina, de la provincia de Ciego de Ávila.
Cumplía al pie de la letra el ideario de José Martí, uno de sus ídolos, para resolver no solo los problemas de la Matemática de la cual fue profesora y directora fundadora de la Escuela Secundaria Básica Urbana Felipe Poey Aloy, del avileño municipio de Ciro Redondo.
Tanto con el colectivo educacional, como en el seno familiar, ella compartía tan merecidos estímulos, tales como la de educadora ejemplar, Vanguardia Nacional, el Premio Especial otorgado por el Ministro de Educación, Maestra Tiza de Oro y Joya de la Pedagogía.
Reconocía que el legado del Apóstol siempre la ayudaba, convencía e inspiraba a escribir cada vez más y lo demostró con sus dos tesoros de papel dedicado a los niños, los libros titulados:
En el azul del árbol (poesía) y Un recado de Sol (cuento), publicados por Ediciones Ávila en los años 2001 y 2007, respectivamente.
Otras tantas creaciones le posibilitaron obtener las distinciones Hacienda Piedras, Ciudad de los Portales y Por la utilidad de la virtud; la Réplica del Machete de Simón Reyes y El Sello Laureado, este último otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura.
La Máster en Ciencias de la Educación, la poetisa, escritora, historiadora fallece a unas horas de cumplir 86 años de edad este primero de julio, por lo que puede considerarse esta fecha como un eterno cumpleaños a su virtud.