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Celia nuestra más allá de la muerte (+Audio)

Hubo en Cuba una mujer de esas que solo una vez en la vida nacen, de esas que aun con tiernas manos construyen y hacen grandes obras. El nueve de mayo de 1920, llegó al mundo en el municipio Media Luna, perteneciente a la oriental provincia de Granma una niña que respondía al nombre de Celia Esther de los Desamparados Sánchez Manduley.

Nunca hubo mejor nombre porque desde pequeña se mantuvo siempre  al lado de los humildes y vivió por la causa de los más pobres de la tierra, para junto a ellos, echar su suerte como buena martiana. La sencillez era uno de sus mejores atributos y la lucha por la libertad su más arraigado principio.

Inquieta, vivaz, a la vez sensible, inteligente y laboriosa, la mujer frágil de figura, pero de solidos valores  fue gestora de innumerables acciones revolucionarias. Bajo los seudónimos de Carmen, Liliana, Caridad,  Aly o Norma realizó un increíble trabajo en la  organización del Movimiento 26 de Julio,  vinculada con Frank País de quien se convirtió en segura, hábil y

El apoyo al desembarco del yate Granma,  la integración de grupos de combatientes que reforzaron la guerrilla inicial en la Sierra Maestra, la recolección de armas y municiones para el Ejército Rebelde, la toma de decisiones importantes dentro del mando guerrillero y la fundación, junto a Fidel, del pelotón femenino Mariana Grajales llevaron su sello.

Muchas obras a lo largo y ancho de la Isla conservan su impronta, su huella creadora, porque en cada detalle, en la belleza de los lugares donde puso su mano, está Celia. Ahí está para contarlo el palacio de las convenciones, el Parque Lenin, o  la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, institución que condujo de manera magistral hasta su muerte.

Aunque por cosas de la naturaleza no llegó a ser madre biológica, fue madre de tantos y tantos cubanos que solicitaron su ayuda, que buscaron su ternura, que su pueblo le correspondió con semejante cariño.  Su maternal preocupación por cada compañero, por cada ciudadano humilde, la hicieron sempiterna.                                                                                                                                                                                      Por eso, aunque Celia Sánchez Manduley falleció un día como hoy, hace 43 años, sigue entre nosotros, enseñando modestia, mostrando honradez y fidelidad a toda prueba, destilando el suave aroma de flor más autóctona de la Revolución.

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