Pocas personas tienen la capacidad de permanecer impávidas ante la noticia de que un niño de primaria lleve un arma a su aula como si se tratara de un juguete o una golosina.
Sin embargo, en Estados Unidos, es cada vez más frecuente leer sobre ese tipo de sucesos, que continuamente alarman a una sociedad ya con varios traumas causados por los frecuentes tiroteos que acaban con la vida de los más jóvenes en sus propias escuelas.
A inicios de año, estremeció al país el reporte de que, en un centro docente de Virginia, un niño de seis años de edad disparó en la mano y en el pecho a su maestra, que afortunadamente sobrevivió.
Tras el incidente, ocurrido el 6 de enero, los fiscales involucrados en el caso descartaron presentar cargos contra el menor.
El abogado Howard Gwynn declaró a la cadena de noticias NBC News que la posibilidad de que un niño de seis años pueda ser juzgado es problemática, porque es demasiado pequeño para entender el sistema legal.
En otra entrevista, expresó que el consenso general entre los expertos legales del país es que alguien de esa edad «no posee la intención criminal requerida para ser culpable de un asalto agravado».
El suceso fue el primero revelado durante el año en curso que confirmó el fácil acceso de los niños a dispositivos letales en Estados Unidos.
También en Virginia se notificó a mediados de febrero la acusación a una madre, por contribuir a la delincuencia de un menor, después de que su hijo de seis años fuera armado a clases.
Justamente por esas fechas, una mujer en Pensilvania y un hombre en Carolina del Norte enfrentaron la justicia por estar implicados en la tenencia de armas de pequeños que las llevaron a sus respectivas escuelas.
Si bien en esos casos los cargos penales recayeron en adultos, un niño de nueve años de Arizona corrió con igual suerte en noviembre del pasado año.
Tras asistir con un arma en su mochila a su centro de estudios, el infante fue acusado de dos delitos graves: posesión de un arma de fuego e interferencia o interrupción de las actividades de una institución educativa.
SIEMPRE VÍCTIMAS
El fácil acceso a las armas no solo expone a los niños a ambientes inseguros, de los cuales pueden derivarse heridos o muertos, sino que estos también corren el riesgo de dañarse a sí mismos, convertirse accidentalmente en agresores, o acabar siendo parte de la delincuencia juvenil para el caso de los adolescentes.
En 2020, según la Revista de la Asociación Médica Estadounidense, las armas de fuego superaron a los accidentes automovilísticos como la principal causa de muerte de los infantes.
Las tasas de homicidio entre los menores aumentaron cerca de un 28 por ciento en ese año, en comparación con el anterior.
El marcado incrementó, estimó un estudio difundido en la revista JAMA Pediatrics, se debió en parte a que las muertes de niños relacionadas con dispositivos letales aumentaron un 47,7 por ciento de 2019 a 2020.
Solo en ese último año, especificó por su parte un artículo publicado en The New England Journal of Medicine, más de cuatro mil 300 individuos de uno a 19 años de edad murieron en Estados Unidos por disparos de armas de fuego.
También en ese lapso, acorde con cifras federales, la cantidad de menores que mataron a otros de edad similar fue la mayor en más de dos décadas.
El acceso más fácil a esas herramientas mortales influyó en la estadística, adujo el reporte citado por The Wall Street Journal, y la consecuencia es un número creciente de víctimas jóvenes.
En algunas comunidades, apuntó, los tiroteos que involucran a este segmento poblacional aumentan, ejemplo de lo cual es Washington, D.C., donde hubo 214 arrestos de niños relacionados con armas de fuego en 2022, el recuento más alto de cada uno de los tres años anteriores.
Los homicidios cometidos por menores actuando solos aumentaron un 30 por ciento en 2020 con respecto al año anterior, mientras que los de grupos crecieron 66 por ciento.
Además, la cifra de asesinatos perpetrados por menores de 14 años de edad, fue la más alta en dos décadas, según los datos federales más recientes.
CONTROL DE ARMAS ¿UN CALLEJÓN SIN SALIDA?
El control de armas de fuego en Estados Unidos constituye un viejo debate en ese país.
Tradicionalmente, los intentos de los defensores de limitar la proliferación de estas, se estrellan contra las demandas de los comerciantes y de los fanáticos de la Segunda Enmienda, que establece el derecho a portarlas.
Adicionalmente, suele llegar en grandes cantidades el dinero facilitado desde ese sector para garantizar que el Congreso mantenga el estatus quo.
Solo en 2022, los grupos defensores de las armas gastaron más de 13 millones de dólares en un ejercicio que buscó influir en los legisladores, mientras los titulares daban cuenta de un incremento de la violencia armada.
Así lo divulgó un análisis de OpenSecrets, que expuso además cómo la organización Gun Owners of America (Dueños de armas de América), por ejemplo, reveló un récord de tres millones 300 mil dólares en cabildeo federal durante el pasado año.
Esa asociación informó haber realizado este tipo de actividad en relación con 162 proyectos de ley federales durante 2022, más que cualquier otro grupo de derechos de armas.
En un contexto matizado por fuertes presiones para evitar cualquier tipo de prohibición, se disparó también la compra de esos dispositivos en los últimos años.
A juicio de Chris Rees, profesor asistente de medicina de emergencia en el Departamento de Pediatría de la Universidad de Emory, existe una relación directamente proporcional entre el incremento de la tasa de homicidio infantil y una mayor presencia de esos artefactos.
Las ventas se incrementaron durante la pandemia de Covid-19, planteó Rees, con más de siete millones de estadounidenses comprando sus primeras armas y exponiendo a millones de cónyuges e hijos a esos aparatos letales en sus hogares.
Por su parte, Robert Allan Hummer, profesor distinguido de sociología Howard W. Odum en la Universidad de Carolina del Norte, aseveró que existen más armas de fuego que individuos en Estados Unidos, que además supera la tasa de estos artefactos por persona en comparación con cualquier otro país del mundo con datos de este tipo.
Con una población de unos 319 millones de habitantes, en el país norteño hay en circulación unas 310 millones de armas de fuego.
En tanto, continúan en ascenso las alarmantes cifras de fallecimientos a causa de los disparos entre la población más joven.
Entre los homicidios y los suicidios, las armas representaron casi la mitad del aumento general de la mortalidad infantil en 2020, alertó recientemente un informe de la Revista de la Asociación Médica Estadounidense.
A juicio de expertos, los alarmantes números revelan cuán urgentes deben ser los planes para revertir la dramática tendencia.