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Rubén Martínez Villena y su semilla en el surco de fuego

“Rubén fue una semilla en un surco de fuego” Así definió nuestro canciller de la dignidad Raúl Roa a la fecunda vida del joven revolucionario Rubén Martínez Villena, quien murió en plena juventud, el 16 de enero de 1933, a causa de una enfermedad de pulmón.

Hombre de viril ternura, supo ser siempre un individuo de conducta vertical, voluntad de acero y carácter indomable. Su entereza y valor mostraban el carácter enérgico que siempre lo acompañó en la búsqueda de un mundo mejor para los desposeídos.

Graduado de derecho en 1922, se vincula a la lucha del pueblo contra el gobierno de Gerardo Machado, a quien calificaría como el asno con garras. Un año después protagoniza la Protesta de los Trece, llamada así por la participación en ella de ese número de jóvenes ante la sucia compra del Convento de Santa Clara.

Junto a Julio Antonio Mella funda la Universidad Popular José Martí, el directorio revolucionario y milita en el primer Partido Comunista de Cuba.

El mal que lo aquejaba comienza a debilitarle físicamente pero no le impide continuar la lucha contra el tirano. Ingresado en la Quinta Dependientes sufrió la persecución contra los elementos de izquierda y la clausura de la Universidad Popular.

Más no claudica en su empeño de derrotar al ignominioso gobierno. Pasa a la clandestinidad y entonces prepara la huelga del 20 de marzo de 1930 que hizo tambalear al régimen machadista.

En vísperas de la misma, con 39 de fiebre y una palidez mortal en el rostro, pronuncia su memorable discurso ante las masas enardecidas en el Centro Obrero de la Habana. Su incesante batallar agudiza sus males y en abril de ese año, se ve obligado a salir del país con los pulmones destrozados.

Regresa a la capital cubana en mayo de 1933, etapa de plena efervescencia revolucionaria contra Machado. La huelga de agosto lo tiene por héroe y conductor, casi moribundo.

El sanatorio La esperanza, sirve de refugio al intachable líder los últimos días de su existencia, a pesar de las atenciones que allí tenía, fallece un día como hoy, pero de 1934. Contaba con 34 años de edad y una madurez política envidiable.

Pero con su muerte la llama de su vida no se extinguió, miles de jóvenes salieron a las calles para combatir a los tiranos que oprimían al país, hasta que la luminosa alborada del 1 de enero de 1959 puso fin a la abominable epopeya.

Por eso cada enero sirve de canto al amor y a la esperanza. Es el mes de la victoria y de la unidad en torno a la Patria, esa que nos ayudaron a formar hombres de la talla de aquel digno cubano que fue Rubén Martínez Villena.

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