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Luz femenina de la Revolución

Luz femenina de la Revolución hecha bondad, nobleza transformada en humanismo y sacrificio; estrella convertida en paloma, aire y flor.

Así de sencilla era la grandeza de quien en época de guerra supo llamarse Carmen, Caridad, Aly, pero al final fue siempre Celia, la de la ternura desmedida, proverbial modestia, y solución siempre a mano.

Los que le conocieron cuentan que de pequeña guardaba monedas todo el año para comprarles juguetes a los niños pobres y que no le tembló las manos a la hora de cortar su hermosa cabellera para con los 25 pesos que le ofrecía una peluquera, contribuir a la causa revolucionaria.

Su pueblo aún la siente presente en el vuelo libre de una mariposa, en la brisa del mar, en un niño feliz. Vive como flor autóctona y crece en cada triunfo y sonrisa diáfana.

Su enérgica figura la encontramos en plazas, museos, hospitales, escuelas o cuanta obra social se construye en el país.

Hablar de ella es pensar en su enraizada lealtad a la revolución, en su alegría de vivir, en su constancia y devoción por las causas justas.

Celia Sánchez Manduley, está presente en cada mujer de estos tiempos, esa que rebelde, femenina, gallarda y fiel, esparce semillas para iluminar la patria.

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