Un papá es una combinación extraña de razón y sentimiento que sabe orientar y exigir, pero que al mismo tiempo sabe amar.
Por eso hoy quiero felicitar al padre que tengo en casa. Ese que se empeña en hacer saber que la vida es bella aunque no esté libre de dificultades.
El que se esfuerza cada día por lograr sus metas y es ejemplo para su retoño, el hombre bueno y honrado, fuerte y constante que admiro y respeto, que está ahí siempre para mí.
El que me acompaña, me da la mano y sin pretextos o sin condiciones se apresta a solucionar la más difícil de las situaciones como puntal de la familia, como antes lo hizo su suegro, de quien heredó esa capacidad innata de dar sin esperar nada a cambio.
El papá que tengo en casa se deleita con cada logro de su hija. Él se entrega en cuerpo y alma a su tarea y por ella lo sacrifica todo. Cual puerto seguro da confianza y confort. Es el obsequio más valioso.
Por eso en este tercer domingo de junio quiero agradecerle su tiempo y dedicación, su amor y su entrega.
Gracias le doy por su paciencia, por ser el amigo que aconseja y el compañero ideal. Por ser ese ser especial que me llena de dicha y bienestar.
¡Felicidades papá!