La mujer cubana ha dejado una huella indeleble en la historia de la nación. Decir mujer, es hablar de ternura, delicadeza, amor; pero también es hablar de mambisas, de guerrilleras, de internacionalistas, de buena esposa, de madre incondicional y de lealtad a la patria.
Guiadas por el pensamiento martiano de que “Patria es humanidad”, las mujeres de esta isla con su humilde y desinteresado esfuerzo han sacado de la oscuridad a cientos de seres humanos llevándoles la salud y la educación a los más recónditos lugares del orbe. Solo las mueve el deber internacionalista y la más absoluta convicción de seguir el ejemplo de aquellos que ayer murieron por ver felices los cielos.
Una sonrisa amorosa es la que se descubre en los rostros de miles de cubanas que iluminan cada amanecer de esta tierra y que sienten el orgullo de ser parte de una sociedad que verdaderamente les respeta sus derechos.
¿Que sería de las mujeres cubanas sin una Revolución Socialista? Seguramente muchas morirían por falta de asistencia médica durante el parto, o estarían sumidas en la ignorancia, la prostitución, o tal vez sometidas a las más crueles vejaciones como ocurre en muchos países latinoamericanos.
Para alegría de Cuba, aquí la mujer tiene participación en las tareas estatales, y es parte indisoluble de esta gran obra que se ha edificado con todos y para el bien de todos.
Por eso a ti, mujer que glorificas el nombre del país con tu acción diaria, y das, sin pedir nada a cambio, tus manos amorosas para edificar el futuro. A ti, que no desmayas ante las adversidades, que defiendes tu cielo y tu bandera. Para ti, que te sabemos cada día fuerte, cada día más digna, cada día más revolucionaria, recibe en este 23 de agosto, nuestro respeto e infinita gratitud.