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En el tejido cultural de la nación

La Uneac tiene el reto de ser siempre revolucionaria y revolucionadora

¿La figura del creador, o la obra? ¿Tal vez la cultura nacional, o el proyecto que desde ella y a través de ella se produce y reproduce? ¿Cuál es, en fin, la prioridad de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba?

Si se reflexiona detenidamente en la naturaleza de esta «organización social con fines culturales y artísticos», en su surgimiento e historia, no solo se entienden las muchas misiones que en ella confluyen, sino que todas se articulan entre sí, y que deben hacerlo sin fisuras.

Para Miguel Barnet, presidente de Honor de la Uneac, la prioridad «es escuchar, valorar, atemperar todos los puntos de vista de los artistas en un gran buzón de quejas y sugerencias que, como una correa de trasmisión, se traslade a las esferas del Estado, el Gobierno, el Ministerio de Cultura, el Partido.

«Si alguna institución cultural del país se equivoca en la aplicación de la política cultural, para eso están los escritores y artistas, para juzgar y hacer una crítica constructiva. Tenemos que ser cada vez más exigentes en cuanto a lo que publicamos, lo que promovemos. Que nuestra producción responda a los valores éticos y artísticos de la política cultural del país», añadió.

Fundada el 22 de agosto de 1961, la organización nació para preservar el proyecto de justicia social e independencia nacional, y también en pos de la unidad dentro de la diversidad cultural, artística e ideológica de aquel momento.

El pensamiento de Fidel y sus Palabras a los intelectuales resultaron esenciales para ese nacimiento: unir en la diferencia, siempre dentro de la Revolución.

Nicolás Guillén, primer presidente de los escritores y artistas, resumió el sentir iniciático: «Sabemos que con nosotros cuenta, y ello es un honor inmenso, ese complejo de sueños que es la nueva patria, que es la Revolución; sueños que se cumplen cada día, que crecen y concretan ante nuestros ojos asombrados y nos incitan a buscar la más íntima, la más fiel, la más honrosa manera de servir por siempre, cada día a nuestra cultura liberada».

Bajo la égida de esos principios: el consenso, el respeto a lo diverso, la altura artística, el humanismo y la comunicación constante con la dirección del país, la Unión ha crecido con una estructura institucional a través de la Isla y misiones concretas: estimular, proteger y defender la creación intelectual y artística; y reconocer la más amplia libertad de creación, vertebrarla y promoverla.

Es, en resumen, un sistema que forma parte del tejido cultural del país y que asegura la interacción ciudadana de sus miembros en el devenir de sus territorios y de la nación toda.

Los retos en ese camino son continuar tejiendo la unidad entre los creadores, impulsar y apoyar lo más valedero del arte cubano, fomentar el debate y la crítica, así como respaldar las fuerzas siempre revolucionadoras en oposición al conservadurismo artístico.

Las jerarquías tienen en la Uneac una sólida defensora, que para no errar en su establecimiento y custodia, debe abrazar siempre la renovación.

En el proyecto de país, artistas y escritores no son parte de una élite aislada, sino protagonistas de todas las batallas nacionales, a la par de la gente, y actores esenciales en la preservación de la espiritualidad, los valores y la ética.

Detalle del cartel del Primer Congreso Nacional de la Uneac. Autor René Portocarrero

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