Las cardiopatías congénitas se definen como alteraciones en la estructura del sistema cardiovascular, consecuencia del desarrollo embrionario anormal del corazón antes del nacimiento, y constituyen lesiones anatómicas de una o varias de las cuatro cámaras cardíacas, de los tabiques que las separan, o de las válvulas o tractos de salida.
Según informes del Ministerio de Salud Pública, en Cuba nacen cada año cerca de 300 niños con cardiopatías congénitas, su prevalencia al nacer se estima entre dos a tres por cada mil recién nacidos vivos.
La mayoría tiene un riesgo leve para la salud, pero la amplia representación de síntomas y posibles complicaciones provoca que el 50 por ciento de los casos necesite algún tipo de intervención dentro del primer mes de vida.
Las cardiopatías congénitas más complejas suelen tener una grave repercusión con consecuencias fatales en la edad pediátrica y representan la primera causa de mortalidad infantil por defectos congénitos.
De acuerdo con los expertos, en el 85 por ciento de las malformaciones congénitas cardiacas se involucran factores genéticos y ambientales, es decir, multifactoriales, en tanto en el 15 por ciento restante existe una herencia monogénica (afección de un gen específico) o una anomalía cromosómica, generalmente acompañando a un síndrome genético.
La prevención primaria de estos defectos es un pilar importante para disminuir considerablemente el riesgo de presentarse y se dirige fundamentalmente a la población femenina en edad fértil (preconcepcional) o en edades tempranas de la gestación.
Los especialistas aseguran que la pareja puede tomar algunas medidas antes y durante el embarazo, para ayudar a reducir el riesgo de tener un hijo con una cardiopatía congénita.
Entre ellas mencionan que los embarazos deben ser planeados a edades adecuadas —evitarlos en la adolescencia y pasado los 35 años—, la pareja debe consumir Ácido Fólico de un miligramo al menos tres meses antes de la concepción, y seguir una dieta sana y equilibrada.
Además, no ingerir bebidas alcohólicas, fumar, ni consumir otro tipo de drogas, evitar exposiciones a sustancias químicas tóxicas, extremando las normas de prevención en el medio laboral, y consultar al médico ante la necesidad de llevar tratamiento con algún medicamento.
Enfatizan que toda mujer portadora de una enfermedad crónica no transmisible (Diabetes Mellitus, Epilepsia, Fenilcetonuria u Obesidad), debe acudir a su médico para compensar y realizar modificaciones necesarias al tratamiento, determinando el fármaco que controle eficazmente la enfermedad materna y que suponga el menor riesgo para el futuro bebé.
Cuando esta condición es detectada precozmente en el embarazo o durante las primeras etapas de la vida, se incrementa la posibilidad de ofrecer un mejor asesoramiento genético a la pareja y brindar atención especializada oportuna a estos niños.
Los avances tecnológicos han favorecido el aumento de los índices de diagnóstico prenatal y postnatal.
En Cuba la cifra de detección prenatal de cardiopatías congénitas complejas supera el 85 por ciento, elemento que adquiere un valor inestimable para aquellos casos que requieren de intervención inmediata una vez se produce el nacimiento.