El canciller ruso, Serguéi Lavrov, confirmó que Occidente constituye un participante directo en el conflicto en Ucrania.
“La guerra está siendo librada por militares ucranianos por orden del régimen de Kiev. Pero como dicen los propios líderes ucranianos, si no hay un suministro continuo de más y más armas ofensivas a Ucrania, entonces Ucrania perderá», añadió.
Esta es una confesión muy característica. Significa solo una cosa, que Occidente es un participante directo en este conflicto”, declaró el ministro en exclusiva a Prensa Latina.
El jefe de la diplomacia de la nación euroasiática destacó que sin la presencia tras bambalinas de Estados Unidos y sus aliados de Europa la confrontación armada “habría terminado hace mucho tiempo”.
Al respecto, añadió que Washington aúpa la guerra que no ha permitido eliminar las amenazas cernidas sobre la población de habla rusa dentro del territorio ucraniano desde el principio del golpe de Estado de 2014.
“Este régimen fue utilizado por Occidente no solo para destruir todo lo ruso, que siempre ha existido a lo largo de la historia de esas tierras y ha existido en la Ucrania moderna. También con el fin de crear amenazas directas a la seguridad de la Federación de Rusia”, enfatizó.
Asimismo, argumentó que la creación de bases militares y otras infraestructuras de la Alianza del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en localidades ucranianas fijaron un detonante en la determinación de Moscú de iniciar la operación militar especial en febrero de 2022.
“No teníamos otra opción. Después de que fueron rechazados todos nuestros intentos de lograr un arreglo político, primero a través de la implementación de los acuerdos de Minsk, y luego, en diciembre de 2021, mediante la negociación de un acuerdo con los Estados Unidos y con la OTAN sobre garantías mutuas, equivalentes a la seguridad indivisible”, precisó.
Lavrov explicó a Prensa Latina que desde Rusia se lucha por las condiciones de seguridad del país, que durante los últimos 30 años han sido consistentemente destruidas por Occidente, principalmente por las autoridades estadounidenses, las cuales ignoran todos los tratados en el campo de la estabilidad estratégica.