Han transcurrido ya 66 años de aquella histórica madrugada del diecisiete de enero de 1957, cuando cerca de una veintena de hombres mal armados cercaron el pequeño cuartel situado en la desembocadura del Río la Plata, al Sur de la Sierra Maestra

El 17 de enero de 1957, a solo un mes de su bautismo de fuego en alegría de Pio,  el incipiente ejército rebelde alcanzaba su primera victoria en la Sierra Maestra.

Sobre el acontecimiento Ernesto Che Guevara escribiría: “El ataque a un pequeño cuartel que existía en la desembocadura del río de La Plata, en la Sierra Maestra, constituyó nuestra primera victoria y tuvo cierta resonancia, más lejana que la abrupta región donde se realizó”.

Con dos ráfagas de ametralladora Fidel dio inicio a la acción, seguido por el resto de los fusileros del grupo. Después de un intenso combate, mientras que las fuerzas rebeldes no sufrían bajas, los soldados de la tiranía se ponían en fuga y dejaban un saldo de dos muertos, cinco heridos, así como cuantiosos pertrechos de guerra.

Ese primer triunfo  se convirtió en uno de los golpes políticos más importantes propinados a la dictadura batistiana y la reafirmación de la irrevocable voluntad de lucha de los revolucionarios.

Más adelante en su diario, el Che refería: “Fue un llamado de atención a todos, la demostración de que el Ejército Rebelde existía y estaba dispuesto a luchar y, para nosotros, la reafirmación de nuestras posibilidades de triunfo final”.

Y en realidad, la hazaña protagonizada por las huestes guerrilleras  confirmó que apenas transcurridas siete semanas del desembarco del Yate Granma, el ejército rebelde y su máximo líder, vivían y luchaban en la Sierra Maestra por la libertad de Cuba.

Con el hecho los beligerantes mostraron su determinación de sobreponerse a cualquier revés y proseguir la lucha hasta el triunfo definitivo, la historia por venir, entonces, confirmó la justeza de ese camino.