El 14 de junio se conmemoró el 95 aniversario del nacimiento del Comandante Ernesto Che Guevara, a quien se le recuerda eternamente por su grandeza moral y humana, sus dotes de conductor militar y político, su integridad y ética revolucionaria, pero en menor medida (sobre todo fuera de Cuba) por su destacada condición de estadista cuando ocupó altos cargos en el gobierno cubano antes de exponer con la mayor altura de la que se tenga conocimiento, su convicción internacionalista primero en África y después en Bolivia.
Antes de marcharse de Cuba, con fecha 26 de marzo de 1965 dirigió una larga carta (37 páginas) al Comandante en Jefe Fidel Castro en la que le da a conocer algunas de sus ideas en relación con la conducción del partido y el Estado, en particular aquellas que refieren al manejo de la economía. Como él mismo dice en la presentación del texto estaba imbuido de la intención de exponer “una crítica constructiva” que podría servir para mejorar algunos aspectos que según él presentaban problemas.
Esta carta se publicó íntegramente por primera vez en el libro “Che Guevara. Epistolario de un tiempo. Cartas 1947-1967”, editado por Ocean Sur en 2019. Según lo que se explica en la presentación del libro: ”[¬Esta carta] junto a su discurso en Argel de 25 de febrero de 1965 y la carta al semanario Marcha de marzo de ese mismo año, constituyen una tríada de documentos en el ejercicio de pensar [se] la Revolución: su proyección exterior, el desarrollo ideológico y los problemas de la transición socialista, así como los problemas prácticos a que se iba enfrentando la experiencia cubana”
El Che ordena su escrito en 4 aspectos: errores en la política económica, el sistema de financiamiento presupuestario, la función del partido y recomendaciones generales. Sería imposible recoger en un artículo de estas características toda la importancia del contenido del texto y la dimensión estratégica y de largo plazo que el mismo revela. Me limitaré a presentar ciertos aspectos (muy pocos) que son -desde mi perspectiva- algunos de los más notables a fin de exponer esta otra cara del esplendor y la magnificencia de la obra y la vida del Comandante Che Guevara en este nuevo aniversario de su nacimiento.
Al hacer un análisis de algunos de los errores que según su criterio se estaban cometiendo en la ejecución de la acción gubernamental, considera que lo fundamental está dado por la “política de bandazos” que tiene su origen en el “tratamiento superficial” y la subjetividad en el manejo de la economía. El Che recordaba que la economía tiene una serie de leyes que al ser violentadas, producen nefastas consecuencias.
Según él había otros problemas menores, que no obstante tenían gran incidencia en la economía como la “falta de exigencia de la responsabilidad de los cuadros de dirección” que no son vigilados y criticados cuando cometen errores para después ser removidos violentamente. En este ámbito apunta también a las políticas de “gasto alegre” que deben ser corregidas porque lesionan la economía.
Así mismo, alude a la falta de conciencia de la necesidad de la organización como pilar del desarrollo dando paso al “caos administrativo” que trae funestas repercusiones en materia de solidez de las estructuras y en el manejo correcto de la política de cuadros. Al respecto afirma que “… un cuadro bueno trabaja infinitamente mejor que un cuadro mediocre o malo, pero también hay que tener en cuenta que por bueno que sea el cuadro si el marco organizativo general se lo impide solamente podrá rendir una tarea limitada”.
En este punto, el Comandante Guevara critica que se hayan copiado sistemas organizativos de otros países socialistas cuando ellos mismos los han desechado para adoptar métodos mucho peores. Considera que era un error establecer controles extremos que en las condiciones de Cuba, eran imposibles de implementar.
Entendiendo que debe existir un interés material, critica que surjan “los grandes mariscales con salarios de grandes mariscales, los burócratas, las dachas y las cortinitas en los automóviles de los jerarcas. Esa es la justificación, tal vez, del interés material de los dirigentes, principio de la corrupción…”.
El Che explica que la ley del valor no puede actuar con plena libertad sobre el supuesto que todos los actores tienen la misma posibilidad y funcionan por igual cuando en realidad, en tales condiciones, algunos de ellos desaparecerían. Cree que el Estado debe garantizar una serie de productos y precios a la población hasta que exista un sistema equitativo, momento en el cual se deben hacer modificaciones para ir abandonando la lógica del mercado como regulador único del sistema capitalista.
Expone que la Unión Soviética (URSS) planteaba la competencia con Estados Unidos en áreas que no significan la paralización del capitalismo. Por ejemplo el acero, en el que la URSS tenía una mayor producción que Estados Unidos, pero éste, al insertarse en formas de desarrollo capitalista que utiliza nuevas técnicas avanzadas, es más productivo mientras que en la URSS se manifestaba una paralización del desarrollo. Se pregunta “¿Qué sucede entonces? Simplemente que el acero no es ya el factor fundamental para medir la eficiencia de un país, porque existe la química, la automatización, los metales no ferrosos y además de eso hay que ver la calidad de los aceros. Estados Unidos produce menos pero produce una gran cantidad de acero de calidad muy superior. La técnica ha quedado relativamente estancada, en la inmensa mayoría de los sectores económicos soviéticos. ¿Por qué? Porque hubo que hacer un mecanismo y darle automaticidad, establecer las leyes del juego donde el mercado no actúa ya con su implacabilidad capitalista, pero los mecanismos que se idearon para reemplazarlos son mecanismos fosilizados y allí empieza el desbarajuste tecnológico. Falta del ingrediente de la competencia, que no ha sido sustituido, tras los brillantísimos éxitos que obtienen las sociedades nuevas gracias al espíritu revolucionario de los primeros momentos, la tecnología deja de ser el factor impulsor de la sociedad”.
El Che explicaba que esto no ocurre en el área de la defensa porque en ella no existe la rentabilidad como norma en la medida que es una actividad al servicio de la sociedad, pero en el capitalismo, el aparato de la producción está unido al de la defensa “ya que son las mismas compañías, son negocios gemelos y todos los grandes adelantos obtenidos en la ciencia de la guerra pasan inmediatamente a la tecnología de la paz y los bienes de consumo dan saltos de calidad verdaderamente gigantescos. En la Unión Soviética nada de eso pasa, son dos compartimentos estancos y el sistema de desarrollo científico de la guerra sirve muy limitadamente para la paz”.
El Comandante Guevara planteaba que, en lo posible, se debía ir a la eliminación de las categorías capitalistas, pero se tenía que hacer con eficacia. No obstante, consideraba necesario tomar algunos elementos del capitalismo como sus “últimos adelantos administrativos y tecnológicos…”.
Con extraordinario criterio didáctico exponía que¬: “Se nos puede decir que todas esas pretensiones nuestras equivaldrían también a pretender tener aquí -porque los Estados Unidos lo tienen- un Empire State y es lógico que nosotros no podemos tener un Empire State , sin embargo, sí podemos tener muchos de los adelantos que tienen los rascacielos norteamericanos y [las] técnicas de fabricación de esos rascacielos aunque los hagamos más chiquitos. No podemos tener una General Motors que tiene más empleados que todos los trabajadores del ministerio de Industrias en su conjunto, pero sí podemos tener una organización, y, de hecho la tenemos, similar a la General Motors. En este problema de la técnica de administración va jugando la tecnología; tecnología y técnica de administración han ido variando constantemente, unidas íntimamente a lo largo del proceso del desarrollo del capitalismo, sin embargo, en el socialismo se han dividido como dos aspectos diferentes del problema y uno de ellos se ha quedado totalmente estático. Cuando se han dado cuenta de las groseras fallas técnicas en la administración, buscan en las cercanías y descubren el capitalismo”.
Es increíble, el Comandante Guevara se adelantó 13 años a Deng Xiaoping y al partido comunista de China que en 1978 adoptó criterios similares para llevar adelante la política de reforma y apertura que llevó a China a ser hoy una gran potencia mundial.
Al referirse al partido, en su carta a Fidel, el Che opina que debe ser un aparato que conjugue la doble tarea de ser simultáneamente motor ideológico de la Revolución y su más eficiente sistema de control. Decía que la primera misión implicaba que la organización debía tomar las directrices del gobierno a fin de transformarlas en “impulsos” para la ejecución del gobierno y la acción de los ciudadanos. Cree que la segunda misión del partido se establece a partir de una capacitación de los militantes y las estructuras de la organización política para mostrarle al gobierno “la imagen de lo que realmente sucede en todo aquello que no dependa de la estadística o del análisis económico, es decir, la moral, la disciplina, los métodos de dirección, la opinión del pueblo…”. Cabe destacar que al momento de redactar esta carta, aún no se había fundado el partido comunista de Cuba. El Che estaba dando algunas opiniones de lo que. -según su criterio- debería ser el quehacer de la organización
En cuanto a las recomendaciones generales se propone ser concreto. Expone que en referencia a la política económica se debería crear un pequeño grupo de personas para que se dediquen a estudiar la economía política del período que se vivía, entendiendo que aun cuando no iban a resolver con facilidad los problemas que se presentaban, ayudarían a establecer algunos puntos de vista que coadyuvaran a definir las tareas más urgentes. De esta manera, surgiría una idea sobre lo que se debía producir, lo que se debía importar, las inversiones productivas que debían hacerse e incluso las inversiones improductivas. Todo esto para responder a la pregunta de si todo ello se podía hacer con los métodos que hasta el momento se usaban.
Lo resumía diciendo que era imperativo “hacer un balance elemental de nuestras necesidades y de nuestros deseos. Si fuera posible hacer una vez esto y ceñirse a un plan de acción que no tendría que ser extremadamente minucioso, se podrían llevar líneas internas de desarrollo a largo plazo”.
Proponía que las líneas matrices deberían ser la inversión en la industria, en particular en la más modernas, para tener una base mecánica sólida y una base metalúrgica elemental resaltando que había que dedicarse a la “química del petróleo, del azúcar, la química básica, incluidos fertilizantes en ella”. Llamaba a “quimificar al máximo”, automatizar como única forma de competir y atender al problema inquietante del mantenimiento preventivo.
Agregaba que era imprescindible elaborar “una política educacional acorde con todo lo que se quiere conseguir unida en todas sus partes, congruente en sus escalas y congruente con lo que se busca” y finalizaba diciendo que se debía “seguir el mismo principio en las Relaciones Exteriores”.
Consideraba que de esta manera, se podría adelantar mucho y aunque no se habían corregido algunos errores a tiempo era “preferible tardar un poco más de tiempo en corregirlos y no hacerlo inmediatamente, sin meditar sobre las posibilidades de que se cometa un nuevo error”.
Concluye en la intimidad de su relación con Fidel expresando que: “Son críticas que hago amparado en la vieja amistad y en el aprecio, la admiración y lealtad sin límites que te profeso”. Con el humor que le era propio le dice: “No tengo mucha seguridad de que llegues a esta hoja porque ya han sido muchas”.
Y para que no quedaran dudas respecto del espíritu de la carta finaliza exclamando: “Patria o Muerte”.
Sergio Rodríguez Gelfenstein*, colaborador de Prensa Latina