Aquel 26 de julio «La muerte con su impecable función de artesana del sol», hacía crecer la historia. La jornada supo a despedida, diferentes motivos de ausencia intentaron despejar la preocupación de madres y esposas. Los ya padres llenaron de besos a sus hijos y todos prometieron regresar, sin saber muchos que ese sería su último amanecer.
Unos en autos de alquiler, otros en ómnibus de la ruta 35 partieron hacia La Habana a cumplir una misión de la que no tenían idea, pero que estaban seguros contribuiría a cambiar la realidad de Cuba.
Ese día todo se tornó rojo y negro, la sangre heroica derramada antes y después, fraguó el camino hacia la soberanía, convirtió la quimera en realidad y la ensoñación en verdad.
EL 26 de julio de 1953 marcó un hito en la historia de Cuba, fecha que nos invita a continuar escribiendo con tinta fina páginas inolvidables de la historia en nuestro andar cotidiano.
Hoy la Patria está más orgullosa que nunca de sus hijos, de los hombres y mujeres del Moncada, quienes a fuerza de combate conquistaron una quimera, alumbrando con su ejemplo el camino a la inmortalidad.
Al igual que la mañana de la Santa Ana, el astro rey desplazó más temprano a las estrellas e ilumina radiante las calles y la vida de los avileños, en un amanecer resplandeciente e histórico, colmado de optimismo y de amor.