Quizás en medio de protestas por el desempleo o por los altos precios de la educación, muchos jóvenes del mundo no tengan la oportunidad de festejar su día, ni la tendrán.
Quizás tampoco sepan que hoy se celebra el día internacional de la juventud pues sus preocupaciones van más allá de lo imaginable.
Mientras en Cuba, de entre el calor y las almas, los jóvenes sacan motivos para divertirse mientras que los de otras naciones solo encuentran razones para enarbolar un cartel clamando justicia y equidad social o para arriesgar su vida en medio de las calles, pues a las autoridades de sus países no les importa que la policía arremeta contra ellos e incluso les mate.
Tal vez los de aquí no tengan todo lo que quieren o sueñan, lo sé, tal vez les falten comodidades y recursos materiales, pero eso pasa inadvertido ante la suerte de poder caminar libres por doquier.
Solo quien ha perdido esa libertad de las que les hablo, sabe que cuando no se tiene se añora mucho y que vale más que un montón de billetes y lujos, sobre todo si estás empezando tu vida.
Confieso que me considero una persona afortunada por vivir junto a mi hija esta etapa de su vida. A ella como los de su generación, no le faltan opciones en el estudio o en el trabajo, en la recreación o en el esparcimiento sano y no es que se conforme con lo que le tocó, no, lo que pasa es que sabe lo que tiene, lo valora, lo quiere, lo respeta y lo defiende.