Ineficiencia cambiaria, manipulación de expectativas y la fragilidad del tipo de cambio informal en Cuba
Los mercados cambiarios son espacios particularmente vulnerables a fallas de información, expectativas irracionales y especulación. Aunque a menudo se asume que el tipo de cambio refleja un equilibrio racional entre oferta y demanda, la evidencia empírica acumulada durante décadas demuestra que incluso los mercados internacionales más líquidos están lejos de ser eficientes.
Mucho más frágiles y distorsionables son los mercados informales, en los que la ausencia de regulación y la dependencia de señales débiles convierten la formación de precios en un proceso manipulable, persistente y con efectos profundos sobre la población.
1- Cuando el mercado informal sustituye al formal, la ineficiencia se multiplica
En economías en las cuales el mercado formal desaparece, se restringe u opera a tasas artificiales, surge inevitablemente un mercado paralelo que opera sin regulación, sin volúmenes verificables, sin transparencia y sin un operador institucional que garantice la estabilidad. Diversos estudios sobre mercados informales en América Latina, África y Eurasia coinciden en que estos espacios son profundamente volátiles, altamente fragmentados y extremadamente sensibles a la manipulación.
La falta de información confiable convierte cualquier señal en un detonante potencial de movimientos desproporcionados. En sistemas con oferta limitada y demanda extendida, esa señal puede provenir de un grupo diminuto de actores o incluso de una sola persona con capacidad para influir en la narrativa dominante.
Adicionalmente, se ha demostrado que los mercados paralelos de divisas pueden operar durante largos periodos sin converger hacia los fundamentos reales, impulsados por shocks informativos, incertidumbre y expectativas autorreforzadas. Cuanto menor el volumen de operaciones reales, más peso tienen las señales que guían las percepciones colectivas.
2- Manipular expectativas en mercados informales es sencillo
En entornos donde no existen datos verificables ni mecanismos institucionales para contrastar información, las expectativas se forman a partir de narrativas. Economistas conductuales han demostrado que, en condiciones de incertidumbre profunda, los agentes reaccionan más a historias repetidas que a fundamentos reales.
En un mercado informal, la manipulación no requiere grandes operaciones financieras. Solo requiere alterar la señal informativa que guía la percepción del público. Los precios pueden moverse sin que circule un solo dólar. Quien controla la señal controla el mercado.
3- El mercado cambiario cubano: frágil, distorsionado y propenso a manipulación
En Cuba, la ausencia de un mercado formal con liquidez suficiente ha obligado a la población a guiarse por señales «alternativas», como la tasa publicada por el portal digital El Toque. Sin embargo, su metodología presenta fallas estructurales:
- Los datos no provienen de transacciones reales, sino de anuncios espontáneos.
- La muestra es pequeña, altamente sesgada y vulnerable a manipulación.
- No existe verificación de identidad ni autenticación de precios.
- No hay forma de distinguir operaciones reales de estrategias deliberadas de desinformación.
- Se emplea un método de eliminación de outliers inapropiado para datos con colas pesadas. En la práctica, este filtrado tiende a eliminar valores que contradicen la tendencia dominante, lo cual facilita que un actor interesado publique repetidamente señales en una misma dirección, hasta desplazar la mediana.
- La tasa funciona como profecía autocumplida. Una vez publicada, muchos vendedores ajustan precios sin cuestionar la validez de la señal.
El Toque tiene una agenda política evidente y ha recibido financiamiento de organizaciones vinculadas al Gobierno de Estados Unidos, lo cual introduce un sesgo adicional en su actuación dentro del ecosistema informativo cubano. En ese tipo de entornos, las distorsiones no desaparecen por sí solas: pueden prolongarse durante años, porque nada dentro del propio mercado obliga a una corrección.
El impacto sobre la población termina siendo profundo, porque durante largos periodos millones de personas ajustan precios, salarios y decisiones de consumo tomando como referencia un tipo de cambio distorsionado. Esto amplifica la inflación, reduce el poder adquisitivo y agrava la inestabilidad económica del día a día.
4- Impacto sobre la población y la inflación
Aunque El Toque no es la causa de la crisis económica cubana, sí contribuye a intensificarla. Al convertirse en un referente nacional, su tasa se traslada de inmediato a los precios de bienes importados, servicios privados, alimentos y productos esenciales. Esto genera un efecto inflacionario que se propaga por todo el país, incluso en provincias donde las condiciones de oferta y demanda de divisas son completamente distintas. La señal única produce una presión inflacionaria homogénea, amplificando distorsiones y afectando el poder adquisitivo de la población.
5- La crisis cubana es estructural y multidimensional
La situación económica del país no se reduce al tipo de cambio, y vale subrayarlo porque ningún medio oficial plantea lo contrario. Sin embargo, una parte de quienes reaccionan contra cualquier cuestionamiento a El Toque insiste en presentar estas críticas como si se estuviera culpando al portal de todos los problemas del país.
Esa interpretación es falsa y sirve solo para desviar la conversación: denunciar la manipulación informativa no implica negar las causas profundas de la crisis, sino señalar un factor adicional que la agrava. La economía cubana arrastra desequilibrios acumulados a lo largo del tiempo que afectan áreas como la producción, el abastecimiento energético, la logística interna, el funcionamiento del sistema financiero y el acceso a divisas.
Si bien existen errores internos que contribuyen a estas dificultades, el factor que más condiciona el panorama económico es el impacto prolongado del bloqueo estadounidense, que restringe los ingresos externos, eleva los costos financieros, limita las posibilidades de pago internacional, dificulta el acceso a mercados y presiona al país en todos los frentes económicos. Este entorno adverso amplifica cualquier perturbación interna e incrementa la dependencia del mercado informal.
6- No esperar pasivamente: es necesario denunciar la manipulación
La estabilización cambiaria requiere una solución institucional, pero también una respuesta inmediata desde la ciudadanía, la academia, los medios responsables y las instituciones económicas. No basta con esperar a que el Banco Central implemente un mercado formal; el problema exige acción antes de que eso ocurra.
Exponer las debilidades metodológicas, los sesgos políticos y la opacidad de los actores que influyen en la percepción del tipo de cambio tiene un efecto directo en la dinámica del mercado. Al hacerlo, se reduce el margen de maniobra de quienes buscan manipular la señal, aumenta la conciencia pública sobre las distorsiones informativas y se limita la tendencia de los precios paralelos a convertirse en una referencia automática y acrítica.
Transparentar el problema también contribuye a desacoplar, al menos parcialmente, la conducta de personas y negocios frente a una señal que no está basada en transacciones reales. Cuanto más se conozcan los mecanismos de manipulación y arbitraje informativo, mayor será la capacidad de la población para cuestionar, comparar y no reaccionar de manera automática ante una cifra cuya validez es incierta. Esto reduce el impacto inflacionario que deriva de la adopción ciega del tipo de cambio informal como guía universal de precios.
Mientras el Banco Central pone en marcha un mercado cambiario formal, hay medidas que pueden ayudar a contener el problema. La primera es aclarar cómo se forman realmente los precios y qué información es confiable. También es útil que circulen datos concretos sobre la economía y que especialistas expliquen públicamente cuándo una señal es sólida y cuándo es simplemente ruido.
Nada de esto sustituye una política cambiaria bien diseñada, pero sí contribuye a bajar la tensión. Ayuda a limitar el impacto de los rumores, frena la reproducción automática de precios inflados y evita que la gente tome decisiones importantes basadas en cifras que no reflejan operaciones reales.
La fiscalización pública, la crítica informada y la exposición de metodologías defectuosas no resuelven la raíz del problema, pero sí disminuyen su severidad mientras llega la respuesta definitiva. Cada paso que debilite la influencia de una señal manipulable es un paso en favor de la estabilidad económica inmediata de la población.
La única solución real: un mercado cambiario formal, flotante, transparente y respaldado por liquidez
Una vez establecido un mercado cambiario oficial por el Banco Central, actores con alto poder adquisitivo y agendas claras intentarán desestabilizar la nueva tasa. Ese comportamiento está ampliamente documentado en mercados vulnerables. Por ello, la tasa oficial debe ser flotante, transparente y sustentada en fundamentos económicos reales: entradas de divisas, balanza de pagos, productividad interna y liquidez disponible. Solo una tasa bien fundamentada podrá sostenerse en el tiempo, incluso bajo un entorno hostil y bajo intentos deliberados de desestabilización.
La solución definitiva no está en plataformas digitales ni en señales informales. La única salida es que el Banco Central regule un mercado cambiario funcional, basado en transacciones reales y respaldado por liquidez suficiente.
Esta es la única vía capaz de disciplinar el mercado informal, reducir su capacidad de distorsionar precios y proteger a la población de manipulaciones externas y de narrativas que buscan erosionar la estabilidad del país.
