El regreso de las delegaciones, aunque algunas lo hicieron ayer mismo, invita a analizar los resultados de la III Cumbre Unión Europea (UE)-Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), foro del que no se esperaba mucho.
En Bruselas se dieron cita el lunes y el martes la mayoría de los jefes de Estado y de Gobierno de los bloques de ambos lados del Atlántico, en un contexto marcado por el conflicto en Ucrania y el empeño de occidente en sumar al mundo en su cruzada contra Rusia, en lugar de buscar una salida negociada lo antes posible.
A la UE solo le interesaba abordar la guerra, en su objetivo de formar una alianza global, advirtió la víspera el presidente de Colombia, Gustavo Petro, uno de los mandatarios participantes.
El tema del conflicto en Ucrania quedó reflejado en la declaración final del encuentro, texto solo rechazado por Nicaragua, aunque sin la sustancia y la agresividad que pretendían los europeos.
En ese sentido, reflejó “profunda preocupación” por el sufrimiento humano y las dificultades que implica para la economía mundial, situación frente a la que llamó a una paz justa y duradera.
La guerra eclipsó en el orden mediático el verdadero centro de la III Cumbre UE-Celac, que al decir del politólogo francés estudioso de Latinoamérica Salim Lamrani no era otro que construir unos lazos birregionales basados en la igualdad soberana, la reciprocidad y la no injerencia en los asuntos internos.
Hay grandes posibilidades de cooperación de mutuo interés para ambos continentes y ello debe ser la prioridad de estas cumbres, precisó en declaraciones a Prensa Latina.
El académico y ensayista insistió en que la era de la relación neocolonial, la imposición, la fuerza, la amenaza y la coacción ha terminado, para dar espacio al diálogo, el respeto y la comprensión.
En la III Cumbre, evento que regresó tras ocho años de ausencia, voces del Sur abogaron por vínculos provechosos, dado el potencial de los 60 países concernidos, en representación de mil millones de habitantes del planeta.
“Creo firmemente que podemos y debemos construir mejores relaciones: más justas, equilibradas, solidarias y cooperativas para mejorar la vida de nuestros pueblos”, afirmó en la plenaria de jefes de Estado y de Gobierno el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.
En su intervención, señaló sectores importantes de la cooperación, entre ellos el financiamiento al desarrollo, las transferencias de tecnologías, las energías renovables, la transformación digital, la investigación científica y la innovación, el comercio y la inversión.
Por su parte, el líder brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, pidió no esgrimir las inquietudes ambientales para justificar el proteccionismo comercial.
Del otro lado, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, aseveró en la conferencia de prensa que cerró la reunión que la UE aspira a darle un nuevo ímpetu a las relaciones birregionales.
“Tenemos mucho en común, queremos apoyar el acercamiento al multilateralismo y a un orden internacional basado en normas”, dijo.
A unos pocos kilómetros, en la Universidad Libre de Bruselas, otra Cumbre, la de los Pueblos, fue categórica al exigir relaciones de iguales y alertar sobre el peligro del auge de la extrema derecha y de la ofensiva imperial para dividir al mundo en bloques.
Las organizaciones y movimientos sociales, políticos, sindicales, feministas, ecologistas y populares protagonizaron un llamado a la paz, el respeto y la reciprocidad, así como a la movilización permanente en la lucha por un mundo mejor.