Cuba recuerda hoy el aniversario 113 del natalicio del líder obrero Lázaro Peña (1911-1974), infatigable defensor de las reivindicaciones económicas y sociales del proletariado de la isla y el mundo.
Nació pobre, en La Habana, el 29 de mayo y como todo niño tuvo un sueño: ser violinista, el cual no pudo realizar; pues siendo hijo de una despalilladora de tabaco y huérfano de padre, tuvo que trabajar desde muy temprana edad.
Al buscar datos biográficos sobre Peña aparecen numerosas anécdotas y referencias de quienes lo conocieron, que resaltan la seriedad de aquel joven miembro activo del clandestino Partido Comunista desde los 18 años y que participó en las actividades sindicales, pintando lemas antimperialistas y distribuyendo manifiestos.
Luego fue el líder maduro que unió a los trabajadores cubanos en sus luchas y, luego de un tránsito por organizaciones obreras y sindicales, asumió la dirigencia de la Confederación de Trabajadores de Cuba, fundada el 28 de enero de 1939.
En 1973 asumió la jefatura del Departamento de organizaciones de masas en el Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
El prestigio, la solidez de la labor y el aporte de este notable líder sindical rebasaron las fronteras de la nación caribeña, de ahí su contribución a la fundación de la Confederación de Trabajadores de América Latina y la Federación Sindical Mundial.
Sobre su capacidad de movilizar a las masas de forma sencilla y natural, autoridad, honradez y agudeza política, el dirigente y político Blas Roca relató en una ocasión que muchísimas asambleas las comenzó con todo el mundo en contra y cuando terminaba era aclamado por todos.
Otro de sus contemporáneos, el intelectual Juan Marinello, habló del sorprendente contrapunto entre la firmeza y la comprensión, el ímpetu y la sonrisa.
Intransigente en la aplicación de los principios, resaltó, fue Lázaro una expresión exacta y culminante de nuestro genio popular.
También el Poeta Nacional Nicolás Guillén subrayó el sentido fino, delicado, realmente cortés que tenía el líder sindical para presidir un debate, aclarar un concepto yendo a la raíz, sin herir susceptibilidades, lo que le permitía encauzar la discusión con mano de hierro bajo guante de seda.
Casi siempre, cuando se habla de Peña, afloran las referencias a su rol dentro del movimiento obrero y sindical; sin embargo, su defensa de los trabajadores abarcó todos los sectores, incluso los músicos y cantantes.
Su compañera en la vida Tania Castellanos resaltaba la sensibilidad, la manera que tenía de unir lo social y político, a lo estético, económico y artístico, y cómo los artistas del filin le pedían orientación política para sus letras.
Aquellos qué los conocieron recuerdan, entre sus enseñanzas, la importancia que concedió a la negociación colectiva como mecanismo para mejorar las condiciones laborales, la superación de los dirigentes obreros y el intercambio con los trabajadores.