Cuba celebra hoy el Día de las Áreas Protegidas con avances significativos en el desarrollo y consolidación de instrumentos para la conservación de esos espacios, que albergan gran diversidad biológica.
Datos del Departamento de Planificación del Centro Nacional de Áreas Protegidas indican que la isla cuenta con 215 áreas protegidas, como el Parque Nacional Alejandro de Humboldt, considerado, además, Patrimonio Natural de la Humanidad.
Estas ocupan el 21,26 por ciento de la superficie del país, incluidas zonas de la denominada plataforma insular marina, además poseen ocho categorías de manejo: reserva natural, parque nacional, reserva ecológica, elemento natural destacado, refugio de fauna, reserva florística manejada, paisaje natural protegido y área protegida de recursos manejados.
Concebidas con el propósito de favorecer la conservación y el uso sostenible de la biodiversidad, del patrimonio boscoso y de otras riquezas, muestran una elevada representatividad de la fauna y la flora cubanas, al alcanzar niveles de endemismo superiores al 95 y 85 por ciento, respectivamente.
Cuba dispone de seis reservas de la biosfera: Guanahacabibes, Sierra del Rosario, Ciénaga de Zapata, Buenavista, Baconao y Cuchillas del Toa, reconocimiento internacional conferido por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Las funciones de esa denominación radican en promover la conservación de la biodiversidad y la diversidad cultural, el desarrollo económico y social sostenible, la investigación, la educación ambiental, y la activa presencia de las comunidades locales en la planificación y la gestión de la zona donde habitan.
Hace 93 años se estableció el primer Parque Nacional Pico Cristal, en la región oriental, siendo Cuba el cuarto país de América Latina en emitir una disposición normativa para crear un área protegida de ese tipo.
Según expertos, las áreas protegidas tienen un valor muy importante en el desarrollo, ya que si se gestionan correctamente ofrecen beneficios tanto económicos como sociales, pues mejoran el bienestar de la población, fomentan valores como el reciclaje y el respeto por la naturaleza, y producen más energías renovables.
Por eso en muchos países, desarrollados o no, se impulsa cada vez más la economía sostenible basada en el uso de los recursos naturales locales.
Las áreas protegidas contribuyen a regular el clima, el ciclo del agua, a conservar la biodiversidad y a su control biológico, entre muchos otros beneficios, por lo que cuidarlas garantizar la continuidad de las especies y el futuro de las nuevas generaciones.