Junto a los conflictos étnicos, pugnas por el poder y taras dejadas por el colonialismo, África adolece hoy de un mal creado por sus exmetrópolis: el cambio climático, una carga mayor que el resto del planeta.
El continente pierde cada año el cinco por ciento de su producto interno bruto debido a las consecuencias de las modificaciones negativas del comportamiento del clima, certifica el reciente informe de la Organización del Meteorológica Mundial (OMM) y conocido hoy en esta ciudad, capital de Kenya.
La difusión del texto coincide con el anuncio de que el área experimentó uno de los años más tórridos de su historia, “ soporta una carga más pesada que el resto de las naciones del planeta y gasta hasta el nueve por ciento de sus presupuestos en políticas de adaptación” a los vaivenes del tiempo.
El estudio recoge que en las últimas seis décadas, coincidentes con el auge de la descolonización, el continente, “observa una tendencia al calentamiento más rápida que el promedio global”.
Ese rumbo lo afecta todo desde la seguridad alimentaria, hasta la salud pública, pasando por la paz, sentencia en el informe la directora de la OMM, la argentina Celeste Saulo.
El texto recuerda que África es responsable de menos del 10 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero, pero, en contraste, es la región más vulnerable a eventos meteorológicos extremos: sequías, inundaciones y olas de calor.
La OMM, junto a la recomendación a los países africanos de invertir en sistemas de alerta temprana y en servicios meteorológicos, advierte que, de no hacerlo, 118 millones de africanos estarán expuestos de ahora a 2030 a sequías, inundaciones y calores extremos.
El informe calcula que el costo anual de adaptación de los estados al sur del Sahara al cambio climático será de entre 30 y 50 mil millones de dólares durante la próxima década, una suma colosal para un conjunto de países que padecen de escasez de fondos y enormes indices de pobreza.