El béisbol no es solo un juego, es un latido del corazón». El diamante cubano está de luto. Pedro Medina Ayón, el eterno «31» de los Industriales, ha colgado su uniforme celestial, pero su legado permanece tallado a fuego en la historia del Béisbol antillano.
Con su partida, no solo se apaga una carrera, sino una leyenda que vistió de azul y blanco a toda una nación.
El hombre que llevaba el número con orgullo
Medina, nacido el 19 de diciembre de 1952 en La Habana, fue sinónimo de garra, elegancia y consistencia.
Jugador de los Industriales durante 17 temporadas , se consolidó como uno de los receptores más brillantes de Cuba en una época de grandes .
Su número 31 retirado por el equipo en 2014 se convirtió en un símbolo de identidad para los fanáticos, quienes coreaban su nombre en el Estadio Latinoamericano como un himno.
Con un bate certero y una defensa espectacular, Medina fue pieza clave en varios triunfos del equipo azul .
Su promedio de 295 en la Series Nacionales , sus 221 jonrones , 1448 indiscutibles , su promedio defensivo de 987 y su liderazgo lo convirtieron en referente de una época dorada.
Fue 5 veces All-Star y formó parte del equipo Cuba en eventos internacionales, llevando la bandera de la pelota cubana con orgullo.
Más que un jugador: un maestro
Tras su retiro, Medina no se alejó del terreno. Se convirtió en entrenador y formador de nuevas generaciones, transmitiendo su pasión por el juego.
Su humildad y sabiduría lo hicieron querido más allá de las estadísticas.
Hoy, el Latinoamericano guarda silencio. Las luces del estadio parecen brillar más tenues, pero su esencia sigue viva en cada jonrón, en cada jugada espectacular de los Industriales.
Como dijo un viejo fanático entre lágrimas: «No murió Pedro Medina, se convirtió en leyenda. Ahora juega en un equipo de estrellas donde no hay strikes ni outs, solo béisbol eterno.»
Descanse en paz, «31». El Beisbol cubano no olvida a sus héroes.
¡Hasta siempre, Pedro Medina!