El grupo empresarial Azcuba tiene algo más de una veintena de centrales en operaciones a lo largo y ancho del país. La zafra es corta y tensa por las limitaciones materiales. Su dulzor dependerá de la eficiencia agroindustrial para asegurar la distribución del vital alimento.
Ahora no arden tanto los cañaverales como el año pasado, pero no prende con fuerza la estrategia de zafra en Ciego de Ávila. El central Ecuador guapea solito para meter en cintura la eficiencia y seguir aportándole a la canasta básica y la reserva estatal.
A pesar de la osadía de los protagonistas, persisten las inquietudes del colectivo de ese central-refinería que alcanzó el Premio Nacional Álvaro Reinoso a la Excelencia Técnica en 2013 y fue el cuarto del país en cumplir el plan de la zafra pasada, con más de 14 mil toneladas, volumen reducido a 8 mil 340 en la actualidad.
Siempre los azucareros han vencido allí diversos obstáculos. Sin embargo, hoy se trata de meterle más el bolsillo que el hombro a la situación del día a día. Vale ejemplificar que un módulo de ropa de trabajo supera los mil 300 pesos, y el quiosco del ingenio puede ser cualquier cafetería de ciudad por los altos precios, desde un modesto pan con tomate a 21.00 pesos hasta una hamburguesa a 75.00 pesos.
Cuando uno se adentra en los puestos de trabajo encuentra soluciones por parte de los obreros, aún cuando ellos carecen de atenciones a sus añejas inquietudes como la falta de útiles de corte, protección a equipos que se mojan por la falta de una canal en el techo y pobre iluminación en el taller de maquinado de la industria baragüense.
Allí la insuficiente capacitación detiene molinos y se considera uno de los problemas que han elevado el tiempo perdido al 27 % por malas operaciones que repercuten en roturas y bajo rendimiento industrial de 4.90, índices que limitaron la fabricación del dulce grano a unas 2 mil 400 toneladas hasta mediados del presente mes, cuando este periodista se vistió de zafrero una vez más.
Deviene hecho insólito el no haber producido azúcar refino, debido a que, por la ineficiencia en el proceso fabril, no lograron acumular bagazo en este tiempo marcado por las limitaciones del combustible.
Mientras en el sureste hay ajetreo, en el centro de la provincia avileña otra vez reina la incertidumbre. Desde que la “paja” en el ojo del central Ciro Redondo no voló de los cañaverales, sino de su vecina bioeléctrica, la más moderna fábrica de azúcar de Cuba vive afligida, clama hoy romper la inercia y cristalizar miles de toneladas como más de un trienio atrás.
Cierto es que millones de dólares se han ahorrado por concepto de generación de electricidad con biomasa cañera y de marabú. Conocidos también son los problemas tecnológicos de la planta energética desde su puesta en marcha en enero de 2020. Averías en las calderas, roturas de las máquinas cosechadoras de marabú, vibraciones en el rotor del generador y otros contratiempos han detenido la marcha de ambos planteles industriales.
De manera que, tal como sucedió en 2023, la arrancada imprecisa se repite a las puertas de marzo, cuando el clima brinda con toda bondad la oportunidad de aprovechar mejor el rendimiento potencial de la caña y el llamado Coloso del Centro tiene uno de los más altos planes de producción de azúcar en el país.
Asume en solitario el central Ecuador el encargo estatal de fabricar azúcar crudo con destino a la cuota norma por la libreta de abastecimiento de los avileños, esfuerzo que debiera estar acompañado de una mejor atención integral a los hombres y mujeres de la zafra. Inaudito es el hecho de que la nula emulación se convierta más que una materia extraña como la que llega a los basculadores de la planta moledora.
Si el trabajador es considerado el principal recurso de la economía y, colocarlo como centro constituye prioridad para el grupo empresarial Azcuba, tanto como averías en el andamiaje agroindustrial, hay distorsiones en la atención al personal, el cual debiera ser el eje central de la zafra azucarera 2023-2024 en la central provincia cubana de Ciego de Ávila.