Muchas son las vivencias que narran aquellos aguerridos milicianos, cuando en 1961 acudían a una Escuela de Instrucción Militar en Matanzas, y les sorprende una orden de combate.
Para no pocos, se trataba de una ficticia situación que formaba parte de los clásicos entrenamientos propios de una escuela de este tipo. Sin embargo, las señales de alarma continuaban.
José Negrín era uno de los jóvenes que permanecía en esa escuela, en la cual faltaban escasos días para enfrentarse a las Pruebas Finales.
«Creo que no es una falsa alarma», pensó Negrín cuando vio llegar a la unidad una caravana de camiones y equipos militares. Y en efecto, enseguida partieron hacia el escenario del desembarco militar. Es ubicado al frente de un pelotón de armas antiaéreas, con la misión de defender posiciones estratégicas.
Recuerda José Negrín, residente en la ciudad de Morón, que durante el trayecto hasta llegar a Playa Girón, los aviones enemigos sobrevolaban el área lanzando metralla.
Pero la orden de combate estaba dada y los milicianos no perdieron tiempo para repeler aquel desembarcó.
“Fueron jornadas muy difíciles donde primó el coraje, la disciplina y la estrategia militar, con el ejemplo de Fidel en la primera línea”.
«Nuestro pelotón se mantuvo todo el tiempo atrincherado con las antiaéreas enfocadas hacia el cielo», expresa este combatiente, quien a pesar de su avanzada edad y ciertos padecimientos, mantiene muy latente en su memoria la lección de las fuerzas cubanas en las arenas de Girón.
«Tuvimos compañeros heridos, otros perdieron sus vidas, pero no hubo deserciones, ni miedo al enemigo».
Cuando se obtuvo la victoria, el jefe de la Escuela de Milicias de Matanzas, manifestó al líder histórico de la Revolución, Fidel Castro que, de regreso, se aplicaría el examen final del curso, ante lo cual Fidel orientó: “no hay examen final que aplicar, aquí todos dieron muestra de ser excelentes defensores de la Revolución”.