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Una jornada de fervor patriótico

La celebración del Primero de mayo en Cuba transitó por varias etapas, siempre marcadas por el fervor patriótico de la clase obrera  

Cuando el Primero de mayo de 1890 el proletariado del mundo decidió celebrar el Día Internacional de los Trabajadores, los cubanos formaron parte de ese primer batallón.

El Círculo de obreros de La Habana organizó un desfile por varias calles del hoy municipio capitalino de Centro Habana y un acto en el que participaron cerca de tres mil personas.

Las demandas por la jornada de ocho horas y mejores condiciones de trabajo estaban en correspondencia con la época: el país se encontraba bajo el dominio de España.

Después de surgir la República de Cuba en 1902, el proletariado de la isla era limitado, débil en organización y en conciencia clasista. La nación sufría la precaria situación de la posguerra.

La celebración de la efeméride era generalmente ilegal. A las tradicionales demandas económicas, el obrero cubano añadió consignas políticas, como la denuncia a la tiranía del gobierno de Gerardo Machado y a la injerencia extranjera.

En 1939, a partir de la creación de la Confederación de Trabajadores de Cuba, entonces presidida por Lázaro Peña, las celebraciones ganaron en calidad y organización, hubo grandes desfiles coordinados por los combatientes proletarios.

En el año 1957, los revolucionarios aprovechan la concentración oficialista para dar a conocer demandas populares y denunciar a los dirigentes corruptos y vendidos a la patronal.

Con el triunfo de la Revolución liderada por Fidel Castro, el Primero de Enero de 1959, la clase obrera toma el poder y el festejo por el día internacional del proletariado se convierte en una gran fiesta, no para demandar, ni exigir, sino para patentizar su apoyo al proyecto social que se construye en el país.

 

 

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