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Sentir el beso de un niño

Una redondilla, poco conocida, escribió José Martí antes de partir hacia Cuba para la Guerra Necesaria, al entonces niño santiaguero Rafael Portuondo y Doménech, quien residía con su familia en Nueva York.

Un niño, de su cariño,
Me dio un beso tan sincero
que al morir, si acaso muero,
sentiré el beso del niño.

El beso del niño en la frente de Martí inspiraría estos versos, los cuales plasmaría al dorso de una postal. Sencilla redondilla que fuera compilada, años después, por el agudo intelectual Juan Marinello en la Colección de Libros Cubanos: Poesías de José Martí de 1928, dirigida por don Fernando Ortiz.

Como el cariño sincero de ese beso en su más impoluta condición, los pioneros avileños debatieron en torno a los principales desafíos de su organización para que el cultivo de la utilidad virtuosa sea siempre norma y no excepción.

Por tal razón los niños y los adolescentes centraron su atención en cuestiones medulares como el estudio como principal deber, el funcionamiento de la organización, el cumplimiento de las tareas educativas y de impacto social, así como la enseñanza de la historia local y la educación para los escenarios digitales, sobre todo, en las redes sociales.

Otros análisis durante la reunión ponderaron el papel de los proyectos estudiantiles en la comunidad, incluidas las medidas para mantener alejadas conductas impropias tanto en la escuela como en la sociedad en general.

Igualmente, fueron elegidos 15 delegados avileños a la Asamblea Pioneril Nacional 64 Aniversario, prevista para junio próximo en La Habana, tres de ellos delegados directos, y dos invitados.

Julio Heriberto Gómez Casanova, primer secretario del Comité Provincial del Partido Comunista de Cuba en Ciego de Ávila, exhortó a los pioneros a continuar soñando por una mejor organización, toda vez que en las nuevas generaciones está también el presente y el futuro de la nación.

Un niño de su cariño, multiplicado por cientos, siempre nos evocará el apostólico beso, la inquebrantable esperanza y la fe en el porvenir. Cada época trae su faena, sus retos y sus tribulaciones. Y al decir de Juan Marinello: “Los hombres vulgares la viven. Los hombres como José Martí la proyectan hacia los nuevos días.”

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