A 145 años de la histórica Protesta de Baraguá, los cubanos evocan hoy la braveza del mayor general Antonio Maceo, quien se negó a aceptar una paz sin independencia de la colonia española.
El 15 de marzo de 1878, en Mangos de Baraguá (provincia de Santiago de Cuba), tuvo lugar el hecho protagonizada por Maceo y otros altos jefes, oficiales y tropas orientales a su mando.
De acuerdo con el líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro, con la orden de desobediencia, el también conocido como Titán de Bronce, llevó a su punto más elevado el espíritu patriótico y revolucionario del pueblo cubano.
Con la icónica frase de “No, no nos entendemos” al general español, Arsenio Martínez, se puso fin al Pacto del Zanjón, en el que España, tras 10 años de guerra, ofrecía el cese de las hostilidades sin una solución a la situación colonial que levantó en armas a los cubanos.
Ese acuerdo fue inadmisible para quienes, desde los campos de la nación caribeña, mantenían la voluntad por la liberación definitiva de la isla y estaban dispuestos a proseguir las acciones bélicas.
Al proclamar su decisión irrevocable de combatir, el insigne revolucionario arrastró a jefes, oficiales y soldados e inspiró la lucha de generaciones posteriores.
Esos principios patrióticos fueron enarbolados por Fidel Castro durante la última etapa de la lucha por la soberanía plena y ratificados en el juramento del 19 de febrero del 2000, cuando aseveró que Cuba sería un eterno Baraguá.