Creció el heroísmo aquella mañana de la Santa Ana. ¡Cuántos mortales se forjaron en esa alborada!, ¡Cuantos corazones se entregaron por completo a la magnitud de la gigantesca hazaña! Han transcurrido 70 años y aún se recuerdan con celo y fervor, aquellos días en que valían más el silencio y el coraje que la vida.
Las mujeres y los hombres que la protagonizaron, vivieron con tal intensidad el momento que quizás sin sospecharlo, lo transformaron en una historia vívida de rebeldía bien encausada y honra, porque tenían de sobra.
El rojo de la sangre se volcó a las calles para que la justicia temblara, no por gusto, sino porque ella tenía que estremecerse para que el mundo también lo hiciera.
El negro de los ojos de un Fidel joven y con agallas de verdadero líder, de esos que solo nace una vez, hizo vibrar a un Santiago carnavalesco y febril, que entre comparsas y congas, se hizo eco y cómplice de la gesta.
Solo faltaba el blanco para que una bandera ondeara, pero no cualquiera, tenía que sentirse en el cielo el olor de una enseña que representara al movimiento que germinaba, fue entonces cuando las ansias de libertad se dejaron ver, sin timidez, sin cobardía y emergieron los héroes.
El Día de la Rebeldía Nacional que hoy conmemoramos, tiene para los avileños un doble carácter. El de recuerdo y homenaje a la proeza memorable y el de una fecha, símbolo de la fortaleza revolucionaria del pueblo, asentada en la ideología socialista y los preceptos martianos.
Por eso heredar en cada julio el fervor, el ahínco, la disciplina, el sacrificio y la voluntad, la redención social y la virtud política hace invencible nuestra obra, convencidos de que el asalto al Cuartel Moncada fue la muestra de que no existen imposibles cuando los ideales son verdaderos.