Las elecciones fueron en la semana que concluye hoy la protagonista indiscutible del acontecer en El Salvador.
Tras meses de de preparativos, los salvadoreños se aprestan a concurrir mañana a las séptimas elecciones desde el fin de la guerra para elegir a un nuevo presidente o lo más probable, mantener al candidato de Nuevas Ideas, Nayib Bukele, como gobernante pese a acusaciones reiteradas de que la Constitución no avala la continuidad presidencial.
A poco más de 24 horas de que abran los centros de votación en todo el país y otros en 29 locaciones en el exterior, aun persisten los temores azuzados por el Gobierno de que si no gana Nuevas Ideas volverán las pandillas.
La propaganda electoral de NI, reflejada en su principal e indiscutible vocero Bukele, envió un mensaje muy claro, y según ellos, si se elimina el régimen de excepción retornan las pandillas. Presentado en lenguaje infantil, si no haces esto, viene «el cuco».
Los opositores, por ejemplo, la Alianza Republicana Nacionalista (Arena), Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) y Nuestro Tiempo abogaron por lo contrario, por eliminar la medida y establecer políticas de seguridad que no cercenen los derechos ciudadanos.
En la semana, también llamó la atención el poco despliegue propagandístico alrededor del logro durante enero de un récord de un mes con menos homicidios, aunque el tema se mantuvo como vedete de la política gubernamental.
Asimismo, resaltó la poco afluencia de votantes en el extranjero a emitir su voto por internet, incluso no llegaron a 200 mil.
Hasta el miércoles faltaban 588 mil 587 personas por emitir el sufragio electrónico por algún candidato a presidente y 603 mil 473 a diputados de la Asamblea Legislativa.
Apatía o no, el tema preocupó al Gobierno, que acentuó los mensajes televisivos de Bukele pidiendo el voto para mantener la mayoría en la Asamblea Legislativa, suponiendo que es seguro su triunfo en las presidenciales.
Algo llamativo durante la semana fue el anuncio de un despliegue policial de 22 mil efectivos, a los que se sumaron militares que, bajo el pretexto de la protección contra las pandillas, tiñeron con sus uniformes diferentes lugares del país y que presuntamente serán garante de la seguridad pública de los comicios.
Mauricio Arriaza Chicas, el más alto jefe policial de la nación, informó que el plan de seguridad contempla el despliegue de uniformados en centros de votación.
No faltaron en la semana manifestaciones de preocupación por candidatos opositores, quienes dijeron que puede ocurrir un fraude en las urnas, pese a la presencia de cientos de observadores internacionales y nacionales y al despliegue de la Fiscalía General de la República de más de un millar de fiscales para lograr elecciones “transparentes, libres y sin fraude”.