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La forja de un sueño

Sus comienzos como artesano ocurrieron en el taller Pauyet, destacado grupo de trabajo artesanal avileño, pues se integró al mismo y se apropió de la cultura del quehacer con metales.

Sueño forjado es la celebración de su labor artesanal durante más de una década. Se trata de una exposición en solitario ante el público, de alguien que prefirió soñar despierto con la creación de realidades e invenciones; incluso, de sitios artísticos.

De los objetos hechos por Pauyet y otros artesanos —a partir del reciclado—, quedó atrapado; aprendió técnicas para la conformación de piezas de diversas temáticas y, con ellas, el oficio.

Ese grupo, precisamente, constituyó, una escuela para el aprendizaje de las experiencias con sus pares de la artesanía, pues, por mucho tiempo, la vocación prescindió de referentes en modo presencial.

Por ello, la sistematización se convirtió en la manera esencial para los imprescindibles aprendizajes, acompañado de Rafael Blanco y equipo, así como amistades del gremio de la artesanía artística.

Entonces, paso a paso, el novísimo artesano se apropió del universo creativo de aquellos artífices de la utilidad integrada a la belleza; esto enriqueció su espíritu e incorporó otras nociones culturales, así como intereses técnicos y formales.

Después de varias creaciones de conjunto, con el resto del grupo Pauyet, el artista Raudel Ernesto desarrolló sus emociones e ideas con el propósito de concebir nuevas imágenes, principalmente, metálicas. De esa forma, obtuvo renovaciones de piezas, derivadas de la impronta que le dio origen a su irrupción.

A pesar de las influencias de la otredad artística, este creador se concentró, esencialmente, en lo que, hasta hoy, lo moviliza: la naturaleza y el aeromodelismo.

En el primer caso, se evidencia, el constante Desafío al tiempo, interesante serie en la cual se representa la temporalidad a través de impares interpretaciones del reloj como elemento simbólico. Por otro lado, la segunda demuestra la vocación hacia dicha práctica, formando parte de la temática de propuestas a la exhibición.

Quince años de entrega a la creación, con Pauyet y en solitario, se exhiben al público, demostrando no solo la incursión en el dominio de metales, sino también en la búsqueda de belleza.

Es apreciable cómo los diseños del metal y la madera se integran, en varias piezas, con exquisitez. La aplicación de pigmento en la superficie de algunos elementos conformadores de las obras, define, a veces, la valía artística. Atrae, además, la búsqueda de manifestaciones de la naturaleza, por ejemplo, las aves, las cuales son captadas en sus respectivos entornos.

Cristo por la pazEscenas de la naturaleza alada aparecen transformadas en imágenes fotográficas y la opción de mostrarla es la serie, facilitando, a su vez, la interpretación de cada una de las fotos para el disfrute.

La estructura metálica del avión se convierte en atractivo para comunicar su pasión por el aeromodelismo; fotografías del transporte aéreo son complementadas por algunos elementos de su contexto, concediéndole especial matiz a la sala expositiva. Eso se expresa a través de la captación de instantes de la vida aérea.

En estas representaciones fotográficas, tanto la aplicación de valores (negro, grises, blanco), como la policromía, son aplicados a cabalidad.

También, otras existencias metálicas —particulares diseños de transportes— cautivan al espectador; y la recurrencia al pasado de la automovilística, constituye algo notorio en la colección de Raudel Ernesto, pero con inserción de recreadas soluciones.

Dos obras recurren a la iconografía del cristianismo: Cristo crucificado (fotografía policromada) y Cristo por la paz (Escultura compuesta por casquillos de balas). Ambas fueron concebidas con el propósito de fungir como convocatorias para la gestión de la paz, con componente religioso desde la perspectiva cultural.

Si bien, la escultura protagonizó la exposición, la fotografía trató relaciones de la vinculación del artista con la naturaleza y con la tecnología, sin prescindir del lirismo filial.

Las fotos grafican coordenadas de la experiencia vivencial de Raudel Ernesto Ruiz Vázquez; también confirma el marcado interés respecto a los temas por él priorizados, o sea, los mismos conceptos atendidos a través de las restantes manifestaciones.

Esculturas de ingeniosas figuraciones, la proyección de un personal miniaturismo y atractivas instalaciones, son las propuestas que demuestran un quehacer en el que se impone la contemplación y gestión de la paz, a través de la configuración de agradables apariencias, con buen gusto y excelente factura, impregnadas de belleza e identidad.

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