Una energía sustentable tiene que ser austera y eficiente, opinó el Doctor en Ciencias Luis Bérriz, Presidente de la Sociedad Cubana para la Promoción de las Fuentes Renovables de Energía y el Respeto Ambiental (Cubasolar), y una personalidad muy vinculada al desarrollo de las energías alternativas en el Alto Oriente de Cuba.
El experto, ex director del Centro de Investigaciones de la Energía Solar, de la vecina provincia de Santiago de Cuba, precisó a la Agencia Cubana de Noticias que ahorrar dista de ser sinónimo de apagar luces innecesarias o utilizar el televisor como radio, o mantenerlo encendido aunque no se esté viendo.
Insistió en que tampoco es carecer, sino aprovechar al máximo los productos y recursos que también consumieron energía en su fabricación y traslado.
A veces se confunden la energía sustentable y la basada en el uso de las Fuentes Renovables de Energía (FRE), a pesar de que en no pocos casos, la utilización de las segundas conspira contra el desarrollo sostenible, sostuvo el también director de la Revista Energía y Tú.
Citó como ejemplo más conocido de esa contradicción el agotamiento de los bosques por el empleo indiscriminado de la leña, del cual son responsables principalmente las industrias madereras.
Según el titular de Cubasolar, esa práctica es también un caso típico de la desigualdad y de la explotación capitalista neoliberal de los países más pobres.
El uso de las energías renovables debe tener, en primer lugar, un fin noble y estar basado en una ética altamente humanista, recalcó.
Bérriz criticó la utilización de miles de hectáreas de tierras fértiles para la producción de biocombustibles (alcohol y biodiesel) a partir de la caña de azúcar, el maíz, la remolacha, el trigo, la soja, el girasol y otros renglones que compiten con los alimentos.
En cambio elogió la lucha contra la desertificación y la sequía que se lleva a cabo en Guantánamo, y para mejorar suelos improductivos, a través la Jatropha curcas, planta que permite la recuperación de tierras y la restauración de áreas erosionadas.
Se refirió el entrevistado a esa oleaginosa no comestible extendida en el único semidesierto cubano y entre cuyas bondades figuran, además, la de constituir fuente de un biodiesel utilizable en la solución de problemas locales del transporte y generación de electricidad.
Otrora impulsada por el Centro de Tecnologías Apropiadas para el Desarrollo Sostenible (Catedes) y el Grupo Empresarial Labiofam, ganó adeptos en el valle de Guantánamo, al devenir fuente para alimento animal, y en el de San Antonio del Sur, donde se creó una planta extractora del aceite de la popularmente conocida como Piñón Botija.
Sería de desear que la comunidad científica del Alto Oriente retome su atención a la Jatropha, con la misma persistencia y éxito que al Árbol del Nim (Azadirachta indica A. Juss), al cual se debe a su vez el incremento del espacio forestado en la árida franja costera Caimanera-Maisí.
La iniciativa de acoger en ese paraje semidesértico al Nim con fines de reforestación resulta considerada por expertos en materia medioambiental, uno de los logros más sobresalientes de la comunidad científica guantanamera.
Data ese avance de fines de la pasada centuria y precede a la creación en 2012 de la primera biofábrica cubana para extraer su aceite y producir bioplaguicidas de amplio espectro.
Algunos de ellos sustituyen decenas de preparados químicos, muchos de importación, y los aprovechan productores no estatales del Valle de Caujerí, emporio hortícola visitado por el Comandante Jefe Fidel Castro a principios de julio de 1977 y el 17 de mayo de 1981.
Dos ejemplos, los anteriores, del empleo eficiente y razonable al que se refirió al inicio de estas líneas el Doctor en Ciencias Luis Bérriz, titular de Cubasolar.