¿Y qué va pasar cuando Fidel no esté?
La interrogante la escuche en no pocas ocasiones, el país vivía agudas etapas y era lógico el reclamo de un líder sin igual.
Ha transcurrido el tiempo y las complejidades siguen, pero también prevalecen los valores que supo inculcar el líder histórico de la Revolución en Cuba, cuya efigie continúa su cabalgar por los más insospechados lugares.
Un recuento de cómo enfrentar el despiadado bloqueo y sus disimiles demonios, las adversidades climáticas o la falta de previsión para hacer mejor las cosas, evidencian que toda circunstancia es perfectible, que pueden existir escusas o lamentos, pero lo demostrativo está en hacer, y es lo que se hace.
¿Qué pasará cuando Fidel no esté?, ya no puede ser la inquietud de hace seis años, la realidad vivida nos dice que el gigante eterno jamás se ha ido y que, ante los últimos siniestros, su figura se levanta con mayor fuerza en la mayor isla del Caribe.
¡Cuánta armonía, cuanto humanismo y arrojo en Matanzas!
Allí, jóvenes y adultos aunados en concisos preceptos de solidaridad, despejan la humareda para dar luz al pueblo, el mismo por el que luchó y llamó a preservar sus bienes el Comandante eterno.
Fidel y el pueblo de la isla tras los sucesos en la Atenas de Cuba, vuelven a consolidar el sentido de unidad, de armonía y empeño para que la vida siga su curso.
Los apagones conllevan a la oscuridad, al desaliento, pero la brillantez de lo vivido y lo por vivir, minimizan esta transitoria etapa que dura, muy dura, por no exenta de solventar.
Cuando este 13 de agosto recordemos con denuedo 96 años del nacimiento del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, brindaremos por ese empeño infatigable al que nunca renunció: el triunfo, a pesar de las adversidades.