El alto de los precios de todo lo que se necesita para vivir es un tema recurrente en Cuba y son bien conocidos los factores que inciden en esta situación que dificulta el día a día de la población.
La escases dispara el valor de cualquier artículo, alimento, servicio y hasta de medicamentos que se comercializa en el llamado mercado negro.
Los revendedores hacen de esta situación, un dañino estilo de vida y le “resuelven” las necesidades sólo a la minoría que puede pagar sus altos precios.
Lo peor es que actúan con total impunidad y muchos anuncian sus mercancías en las redes sociales y hasta ofrecen servicio de entrega a domicilio, con un costo adicional.
¿De dónde salen estas mercancías? Algunos productos se traen de varios países como importaciones personales, pero otros tantos son los destinados a la canasta básica o las entregas que se realizan por las circunscripciones.
La “fuga” de estos componentes, además de constituir un delito, daña la moral de las empresas e instituciones que la comercializan y causan mucha molestia en las personas que los necesitan y no lo pueden adquirir a un costo asequible.
Entonces se impone un mayor control de los bienes que el Estado adquiere, con dificultad y altos precios, para cubrir las necesidades de la población y de instituciones hospitalarias y otras.
Algunas micro, pequeñas y medianas empresas (MIPYMES) compran producciones estatales, las revenden lo cual elevan los precios y se contraponen al objetivo para el cual fueron creadas, que es producir alimentos, bienes y servicios para el beneficio de la sociedad cubana.
Las máximas autoridades del país se pronuncian a diario por bajar los precios de los consumos, entonces vale revisar y enmendar todo lo que afecte este propósito para poder equilibrar la economía doméstica y el bienestar de la población.