En este momento estás viendo El proyecto Jazz en Familia

El proyecto Jazz en Familia

Muy pocos moronenses, al escuchar hablar del Festival Jazz Centro, conocen los pormenores del surgimiento del mismo ¡hace ya doce años! y mucho menos la fecha exacta en que surgió este proyecto. A mediados del año 2013, el inolvidable Maestro Nelson Oney, director de la agrupación La Familia, conversó conmigo sobre la importancia de crear una peña que incitara al conocimiento del jazz como género musical.

Al principio no pensé que fuera un tema que pudiera asumir la filial avileña de la Fundación Guillén, la cual presidía a la sazón y presido actualmente.

Recuerdo que en una actividad celebrada en la Logia Masónica, en la que impartí un conversatorio sobre José Martí y la literatura, y que se clausuró con la brillante actuación de La Familia, volvió Nelson a tocar dicho tema, pero esta vez me convenció, pues me hizo una verdadera disertación de cómo sería el proyecto, me aseguró que contaría con talleres y con actuaciones en vivo cada mes y que invitarían a jazzistas de las distintas regiones del país.

La tercera vez que nos vimos fue un 18 de octubre del propio año 2013. El encuentro tuvo lugar en la sede de la Fundación Nicolás Guillén en la calle Martí número 9. La mañana auguraba lluvia, pero eso no resultó un impedimento para que llegara el Maestro acompañado de su hijo, el pianista Daymon Oney y me dijera, así sin medias tintas, y con esa voz cadenciosa de barítono: “vinimos a crear el proyecto Jazz en familia, así se llamará”.

Llamé a mi esposa, la escritora Lina Leiva, Vicepresidenta de la Fundación, para que también fuera testigo de aquel momento histórico para la cultura del municipio. Nelson me hizo saber que ya había comentado la propuesta al Centro Provincial de la Música y que lo habían felicitado por la idea, de manera que solo faltaba determinar los detalles, pero este hombre previsor, sabio, humano, altruista…ya traía en una cuartilla los pormenores de ese sueño.

“Jazz en familia –dijo- tendrá una periodicidad de una vez al mes (los terceros sábados a las 9.30 am.) y los talleres se realizarán dos veces al mes, el día que se designe. El proyecto tendrá como fin crear un espacio para los amantes del jazz, para profundizar en este tipo de música y para educar a la población en la misma”.

De esta manera, el Maestro con su sabiduría y yo en mi condición de historiador, tratando de que no se me escapara un detalle de aquel histórico momento, quedó para siempre grabado en los infinitos murales del futuro, este acontecimiento que ya va camino a convertirse en una tradición, si es que ya no lo es.

Tal y como se concibió, así comenzó a desarrollarse este singular proyecto. El Patio del Pozo de la Fundación Nicolás Guillén, el mismo espacio donde se realiza el proyecto Las barcas de cristal, vio pasar a muchos jazzistas brillantes de nuestro país. Las descargas eran antológicas, irrepetibles; las proezas de aquellos músicos que venían desde otras provincias y desde la Capital a compartir con Nelson, Dayron, Daymon, Dayton, Yoandro, Nilo, Larry Carlos y otros, eran inolvidables. Puedo asegurar que la realidad superó con creces las expectativas del Maestro Nelson Oney.

Luego a esas peñas, encuentros, abrazos musicales, no sé cómo llamarlos, se sumó un público amante del jazz o que comenzaba a enamorarse de este género. Llegaron al patio extranjeros que venían atraídos por el sonido contagioso, se sentaban en silencio y escuchaban atentos hasta que aplaudían delirantemente cuando la música cesaba.

Recuerdo que los primeros que llegaron del otro lado del mar fueron unos periodistas italianos. Luego llegó desaforado un periodista de Sondrio que había sido unos de los primeros turoperadores de la Flamingo en Cayo Guillermo, Eugenio Ciocca.

Cuando los vio actuar, prometió que traería a muchos de sus colegas porque él no podía darse el lujo de no compartir con sus amigos esa maravilla de encuentros. Los italianos continuaron asistiendo a las peñas, también llegaron franceses y el Presidente del Centro de Investigación e Información de Acapulco, México, el Dr. Benjamín Galicia Hurtado.

Los jazzistas camagüeyanos, avileños, villaclareños y capitalinos alternaban. A veces coincidían y aquellos encuentros no tenían fin. Luego de las presentaciones musicales, venían los intercambios de experiencias, los planes futuros, las confesiones de sueños. No había un músico importante desaparecido al cual no se le dedicara una de las peñas y se hablara de su paso por la historia musical.

El verano de 2014 fue memorable para el proyecto Jazz en familia. El 6 de junio, según consta en mis apuntes, el percusionista Aismar Simón, el contrabajista Eduardo Campos, el trompetista Randy Veitía y el pianista Yasel Curbelo, todos camagüeyanos, elevaron el jazz a planos estelares, luego los anfitriones, La Familia, hicieron de las suyas, pero cuando se unieron se produjo lo que pudiéramos llamar una verdadera catarsis jazzística.

El 14 de julio, el invitado resultó ser el laureado saxofonista Michel Herrera, quien intercambió con La Familia, pero especialmente con Nelson, Dayton y Dayron. Recuerdo que Michel manifestó al final del encuentro que no podía concebir músicos de esa talla tan distantes de La Habana, sobre todo, qué él ignorara su existencia.

Alternando con las peñas de Jazz en Familia, el maestro Nelson Oney impartía en la sede de la Fundación los talleres de creación musical.

Después de dos años de jazz en el Patio del pozo, talleres, intercambios, abrazos, brindis, promesas, un 7 de noviembre de 1915, se realiza al fin la Gala del Festival Jazz Centro, de la Fundación Nicolás Guillén patrocinado por Cultura en el municipio. La sede resultó ser el teatro Reguero, pero la descarga y el evento teórico tuvieron lugar en la propia Fundación. Los jazzistas quisieron realizar la descarga del primer Festival en el mismo sitio donde habían madurado sus pentagramas, donde habían recibido los aplausos más delirantes.

En la Gala, la Orquesta de Jazz Band del Festival ejecutó todas las etapas del Jazz y Maikel Elizarde, prominente tresero de la ciudad de Santa Clara y miembro del grupo Trovarroco, que acompaña a Silvio Rodríguez, realizó un concierto. Los conductores Omar y Patricia resaltaron el aporte de la Fundación Nicolás Guillén en la provincia y del Maestro Nelson Oney a que se haya hecho posible el festival. La gala contó con la presencia de todos los artistas invitados y el grupo La Familia, agrupación a la que Larry Morales le hizo entrega de la Distinción Cuerda Rota. También Cultura Municipal y el Centro provincial de la Música galardonaron a esta agrupación.

La galería de arte Hugo Cortijo se sumó a este festival con una expo fotográfica denominada Primeros planos y por último, el domingo 8 desde las 10.30 am. el Patio del pozo acogió a los invitados y a los anfitriones, primero en un evento teórico a cargo del especialista Omar Fernández y luego en una descarga antológica en la que participaron el grupo Tahití, Música abierta, Maikel Elizarde, Sandunga, Maracuyá, con Eduardo Ramos, Jo Jazz, Perspectiva, Jaser Cuartet y La Familia.

Deja una respuesta