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XXXX de Industriales (uniforme blanco y azul) y XXX de Ciego de Ávila (uniforme azul y rojo), en jugada en XXX base, durante el juego entre sus equipos en el marco de la III Liga Élite del Beisbol Cubano, en el estadio Latinoamericano, en La Habana, Cuba, el 30 de abril de 2025. FOTO: Roberto Morejón/Periódico JIT (Cuba)

El inconsciente rugir de Dany Miranda

Dany Miranda es un hombre feliz e inconsciente. Es más inconsciente que feliz. Quizás feliz sea una palabra inexacta para describirlo. Pero él dice que sí lo es. O que sí lo está. Verdaderamente, tiene un motivo profesional: ganó la III Liga Élite del Béisbol Cubano como director de los Tigres de Ciego de Ávila.

En sí lo que hizo fue validar su capacidad para llevar al éxito a un equipo descartado antes de empezar la competencia. Demostró cuánta valía posee en verdad definir estrategias. Los héroes de los triunfos deportivos, por lo general, son los jugadores, los que están bajo el sol, a la espera de capturar un fly en la zona de peligro. Dany Miranda ha sido, esta vez, el héroe desde la sombra del banquillo.

Volvió realidad una de las ideas comunes del cine. El equipo menos valorado, el que la prensa especializada y la afición vaticinó que terminaría en la última posición… clasificó a la postemporada en primer lugar. El equipo que si ganaba un tercio de los juegos del campeonato no hubiera defraudado, acabó destrozando a sus rivales en semifinales y en la discusión del título.

Sus arrugas, el ceño fruncido y la mirada filosa también hablan de su estado de ánimo, de la furia que sigue sin exteriorizar del todo, de ese tránsito del “desdichado” a la “suerte” de ser el nuevo campeón nacional. En las gradas del José Ramón Cepero o frente al televisor de su casa, el olímpico vio a los Tigres alzar tres veces el trofeo de la Serie Nacional. Por edad y talento hubiese podido lograrlo igualmente. No fue y prefiere referirse siempre al presente. Ganar la Liga Élite es su revancha y, con suerte, encuentra cierta felicidad en eso. O cree que la encuentra.

Casi dos meses después, el director de 46 años todavía no es consciente del éxito. Al menos no es consciente de todas las dimensiones del éxito. La victoria avileña trasciende las dos líneas de cal del terreno. Tuvo mayores connotaciones en un tiempo en que la provincia y el país están en conteo de dos strikes sin bolas. Y, por supuesto, la referencia apenas es beisbolera.

El 4 de junio la Unión Eléctrica de Cuba pronosticó una afectación de 1280 megawatts en el horario pico de la noche. Continuaban los debates sobre las medidas impuestas por la empresa de telecomunicaciones. Como es habitual, la población seguía aquejándose de las dificultades para el abasto de agua, de la escasez en los agros estatales y los altos precios en el mercado informal, del transporte que no pasa, de la vida que transcurre igual.

También ese mismo día los Tigres concretaban la barrida sobre los Leñadores de Las Tunas en la final de la Liga Élite, con triunfo de seis carreras por tres en el estadio Julio Antonio Mella. Al final del partido hubo una hilaridad colectiva en Ciego de Ávila que bien distaba de todas las crisis que una provincia puede soportar.

Comparar esta victoria con otras se antoja inútil. Acaso la diferencia significativa es que fue lejos de los predios avileños. Lo cierto, durante nueve innings pareció que los avileños vivían una realidad alternativa.

“No me había dado cuenta de eso. Pero siempre que uno haga algo para ayudar al país en estas circunstancias es muy significativo. Fue especial el recibimiento que nos hicieron. En el poblado Las Palmas, donde nací, hay 219 apartamentos. No quedó nadie en su casa para ir a vernos. Ahora que lo pienso, hicimos un poco feliz a la gente durante ese play off”, dice con signos de sorpresa en sus expresiones.

Dany Miranda consiguió un hito del que tal vez ni entienda su connotación propiamente deportiva. Sería en suma simplista evaluar su labor únicamente a partir de la instancia decisiva, de cómo supo manejar sus efectivos para liquidar con comodidad a Industriales y Las Tunas.

Alcanza a ser injusto demeritarlo bajo el criterio de que fueron los refuerzos pedidos quienes le permitieron alzar la copa. Y no alcanza a ser injusto porque sea incierto totalmente, sino porque minimiza su sapiencia para reconstruir un equipo tras 19 bajas, incluyendo consagrados e integrantes de selecciones nacionales. Es habitual que los conjuntos provinciales sufran bajas año tras años; pero tantas de una vez es un caso bastante atípico.

“No fueron tres, ni cinco, ni ocho. Fueron 19”, confirma con todo el asombro que supuso entonces. “Hubo bajas por indisciplinas y quejas salariales. Es verdad que los peloteros solo ganaban 3500.00 pesos. Pero no estaba en mis manos resolver ese problema. Estoy de acuerdo, deberían ganar más, como estoy de acuerdo con que deberían existir diferencias entre los regulares, los del banco y los de la reserva”.

La destrucción de la base del elenco condicionó la idea primaria de Dany Miranda al momento de pedir refuerzos. Mientras los otros cinco directores fueron a fortalecer sus nóminas, el avileño fue a componer la suya. A excepto de Frederich Cepeda, no se hizo con los servicios de jugadores tan rimbombantes como cumplidores. Ninguno ha sido fijo en los equipos Cuba actuales, pero todos tenían las cualidades que urgían a los Tigres.

“Siempre supimos que eran peloteros para jugar los 40 partidos. No teníamos de otra. Lo más importante nunca fue el nombre, sino el deseo de aportar dentro del terreno. Buscamos por provincias quiénes eran los más sacrificados, los más entregados… Cepeda sí tiene un nombre, y bien merecido; pero él jamás se quiere sentar, porque cada jit, cada base por bolas, cada entrada es un récord. Ni porque yo se lo pidiera él se sentaba”.

Existió consenso en que Dany Miranda pidió los refuerzos necesarios y la novena podía hacerle frente a las demás, pero el pronóstico permaneció intacto: Ciego de Ávila estaba destinado al último puesto de la clasificación. Los Tigres le ganaron la subserie inicial a los Leñadores, a los actuales campeones de la Serie Nacional. Fue un aviso oculto. Obviamente, nadie le prestó la más mínima atención. La liga apenas comenzaba…

“La nómina de nosotros era la más débil, eso es verdad; pero estábamos muy contentos con la preparación que habíamos hecho y las piezas que conformaban el equipo. El médico me dijo que podíamos ser campeones. Fue el primero en confiar. Yo siempre supe, también, que podíamos ser campeones”, afirma como convenciéndose de que así lo creyó.

Dany Miranda no dijo eso antes en un espacio público. Ni su inconsciencia se lo permitió. Cuando más, se arriesgó a decir que buscaría estar entre los cuatros semifinalistas. Era imposible elaborar un discurso incauto. Bien sabía que la inadvertencia podía jugarle a favor. Ciego de Ávila vencía uno por uno a todos los rivales sin dejar sospechas de sus propósitos.

El boleto a semifinales resultó inverosímil aun obteniéndolo. No fue in extremis ni de “carambola”, sino en la cima y con distancia. Fundamentar el suceso desde lo racional es complejo para Dany Miranda.

“No sé explicarlo. Yo intenté motivarlos. Pienso que me tienen respeto. Les doy confianza a todos, a los peloteros y al cuerpo de dirección. Si los tengo en mi equipo es por la seguridad de que vamos a querer ganar siempre”, y se queda sin saber qué más decir.

Pensar que el éxito de Dany Miranda guarda relación con lo empírico es infantil. Él, tal vez por modestia, pueda inducirlo; pero sería absurdo creerlo. Su historia desmiente cuán fácil le ha sido cumplir sus objetivos.

Dany Miranda hizo sus maletas a las olimpiadas de Atenas 2004 gracias a que bateó cuando hizo falta en los partidos de gira. En la semifinal, entró a la primera base de cambio para evitar más errores ante los canadienses. Literalmente, tuvo que ponerle el pecho a los batazos. “Siete u ocho bateadores eran zurdos. Cuando llegué al hotel me vi los hematomas en todo el cuerpo.

Eran enormes. Ese día me podía ponchar; lo que no podía pasar era perder una pelota. Las tenía que frenar como fuera. Había que matarme ahí”, contó en una entrevista. En recompensa, un juego después colgó de su cuello la medalla de oro.

Acumuló 12 campañas nacionales hasta retirarse en 2008. Sus estadísticas dan fe de productividad ofensiva y alta eficiencia con la mascota en mano. Aun así no celebró títulos con Ciego de Ávila. “En los últimos años no la pasé bien”, se limitó a decir antes y después. Dany Miranda dijo adiós sin la gloria merecida.

Al tiempo, lo que juró que era gordura terminó siendo un tumor de 35 libras. La muerte estuvo acechándolo hasta que finalmente fue operado en 2019, en el Centro de Investigaciones Médico- Quirúrgicas de La Habana.

Para ser director del equipo avileño de primera categoría pasó por diferentes niveles. Entrenó a niños, juveniles, escuadras femeninas y el elenco sub-23 de la provincia. “Lo primero es que dirigir no se parece a jugar. Es más difícil dirigir porque tienes más responsabilidades. Me parece un error retirarse como jugador y empezar a dirigir. Uno tiene que estudiar y transitar por las distintas categorías para ir madurando”, comenta con una convicción difícil de rebatirle.

Dany Miranda se las aprendió todas. Sin olvidar las mañas que los libros obvian, se preparó desde lo teórico. “He estudiado la sabermetría y contamos con un estadístico ―Yasmany Ayón― muy conocedor. Utilizamos todas las herramientas que hoy se pueden tener en Cuba. Y siempre he dicho: juega  el que más deseo tenga de hacerlo y más rinda”.

Según reza la sabia popular beisbolera, los play offs son “otra cosa”. Para Dany Miranda y los suyos, esa “otra cosa” equivalía a que  ganar demandaría mucha más exigencia. Ciego de Ávila partía nuevamente como el débil, aunque hubiera terminado en la punta y su contrincante, Industriales, en cuarto lugar.

Esa supuesta “ventaja” que proporciona el ayer ―haberle arrebatado un título en 2012 y superarlos en el balance general― siquiera era perceptible. Los azules, aunque continúen sin ganar desde 2010, poseen un misticismo único y ronda a su alrededor la certeza de que pronto saldrán de la racha adversa.

“Este era un play off nuevo, porque ni Ciego era el mismo que le ganaba a Industriales ni Industriales era el mismo que perdía con Ciego. Aquí la historia no vale.

“Para mí fue grande este triunfo. Aunque los árbitros hagan bien su trabajo, se va a decir que favorecieron a Industriales. Pero no es mentira esta vez fue así, a mi modo de ver. Casi todas las jugadas que se revisaban le beneficiaban. Por eso se hace más difícil jugar contra Industriales”.

Entre los momentos cruciales y simbólicos estuvo un turno al bate con bases llenas de Ronaldo Castillo. El zurdo había estado fallando constantemente frente a los lanzadores industrialistas.

Como pocas veces, Dany Miranda salió del banco para ponerle la mano en el hombro y aconsejarle. “Fui con la idea de quitarle un poco de presión y rectificarle lo que había estado haciendo durante el juego. El segunda base le jugaba cargado a primera y el pícher le lanzaba cerrado para que bateara en esa dirección. Le dije: ahora te van a tirar recta pegada, dale para arriba. Si haces un swing así, le vas a dar jonrón”. Así fue.

Para superar en cinco juegos a los capitalinos, Dany Miranda exhibió nuevamente dominio de los componentes técnico-tácticos, a la par de una sensibilidad especial al lidiar con sus jugadores en instantes decisivos. De todas formas, Las Tunas venía a ser un oponente indestructible.

El favoritismo de los Leñadores contaba con argumentos sólidos: el primer lugar en la pasada Serie Nacional, el subtítulo en la Liga de Campeones de Béisbol de América y un récord positivo en los recientes enfrentamientos con los Tigres.

Cuatros juegos después se deshicieron los pronósticos por completo. Ciego de Ávila sostuvo un ritmo voraz para esquivar la derrota. La sospecha constante de que ahora sí caería nunca se concretó sobre la grama. Los Tigres hicieron creer, de seguro sin proponérselo, que eran los débiles. Nunca una falacia corrió hasta “home” con demasiada fortuna.

Dany Miranda tiene muy poco que señalar: “Iba con la seguridad de que ganaríamos. Nunca pensé que sería 4-0. Cuando (Denis) Laza dio el jonrón lo abracé y le dije “ahora sí se acabó”. Yo no soy muy expresivo, pero todavía lo veo y se me salen las lágrimas”.

Al calor del momento se abrieron dos debates relacionados con el triunfo: ¿Ciego de Ávila ganó por los refuerzos? y ¿Dany Miranda deber ser el director del equipo Cuba con rumbo al Clásico Mundial de 2026? El primero entraba en determinada disputa con el segundo: ¿Por qué elegir como mentor al evento más importante a quien obtuvo el título en virtud de otros?

“Nosotros tuvimos la misma cantidad de refuerzos que el resto de equipos. ¿Violamos el reglamento? ¿Que pedimos los peloteros para que jugaran toda la temporada? Sí. No los queríamos para que ocuparan espacio en el banco. Pero el triunfo sí es de Ciego. Y siempre hubo avileños que destacaron en los juegos buenos y un público que llenó el estadio.

“Lo que vale es el resultado, ganar. ¿Quién mejor para representar a Cuba que un manager ganador? Hay quien dirige 25 años y nunca obtiene una medalla de bronce; entonces, ¿de qué sirve esa experiencia? ¿Por qué yo no puedo ser el director del equipo Cuba?

En definitiva, tras mucha dilación fue designado Germán Mesa director del equipo Cuba de mayores y Dany Miranda, de la selección sub- 23. El avileño tendrá su primera experiencia internacional, en este rol, durante el Panamericano de Panamá, del 11 al 16 de octubre próximos.

“Pienso que los campeonatos nacionales de la categoría son muy cortos. Debemos jugar más para desarrollarnos”, e intenta justificar un fracaso futuro; pero rápidamente advierte su intención real: “Mi meta es clasificar al Mundial”.

En lo adelante, Dany Miranda tiene otro compromiso: dirigir a los Tigres en la venidera Serie Nacional. Con el título de la Liga Élite en su vitrina crecerá la responsabilidad sobre sí. Serán unos Tigres “novatos”, sin refuerzos… pero Dany Miranda no podrá excusarse. Y no lo hace. Todo lo contrario, ruge traicionado por la conciencia: “Vamos a hacer un buen papel. Vamos a clasificar”.

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