Cuando este 2022 el CIBA pasó de Centro de Investigaciones de Bioalimentos a Centro de Ingeniería Ambiental y Biodiversidad, quedó “legalizado”, desde su denominación, el cúmulo de áreas de la naturaleza en que desde hace años se concentraban los servicios y proyectos de investigación.
No mucho más ha cambiado por ahí. Sigue en función del desarrollo económico y la sostenibilidad de Ciego de Ávila todo cuanto se hace puertas adentro y en el campo de acción. Quizás sea fuera, y no dentro, donde más se ha lucido el trabajo del año, y así lo manifiesta Levis Valdés González, su director.
El centro exhibe como un logro el alza en el cultivo de girasol, con respeto por las prácticas agroecológicas y la utilización de la tecnología de microorganismos autóctonos benéficos.
Es resultado del asesoramiento en la producción de alimento humano y animal, a actores locales privados y estatales. Además, se trabajó en el diagnóstico a unidades productoras de Azcuba, ubicadas en Morón, Ciro Redondo y Venezuela, con la mira en la diversificación de cultivos y la producción de carne.
Hasta Chambas llegaron los investigadores en función de incorporar un enfoque integrado de reducción de riesgos de desastre y adaptación al cambio climático. No sólo con la aplicación de encuestas y capacitaciones sobre solucionas naturales para la adaptación a ecosistemas y comunidades, sino con un impacto práctico, con la preparación del personal para modelar y calcular inundaciones costeras ante fenómenos meteorológicos.
En el Gran Humedal del Norte de Ciego de Ávila dedicaron el año a determinar los daños antropogénicos y naturales, y actualizaron información acerca del comportamiento del acuífero, el mapa geológico y la vegetación terrestre.
La rehabilitación de dunas costeras en Jardines del Rey avanzó este 2022 en el inventario de la flora del ecosistema dunar, la identificación de debilidades y fortalezas, y de las especies exóticas invasoras en playa Las Coloradas.
Este año, además, asesoraron cuatro tesis de grado del Centro Universitario Municipal de Ciro Redondo y trabajaron en la orientación vocacional de los alumnos del Preuniversitario Nguyen Van Troi, de Morón. Se anotan como reto para 2023 mejorar el indicador de publicaciones científicas en revistas de categoría uno y dos, pues solo cuatro en el año es un “índice aún insuficiente”.
Hay que destacar que sus investigadores forman parte de los grupos de trabajo para la conformación, evaluación y seguimiento de los Proyectos de Contaminación Ambiental y Proyecto de Biodiversidad, coordinados desde el gobierno provincial.
No de investigar y “guardar” resultados debe vivir la ciencia. Promover y hacer, hasta donde se le escuche, es premisa del CIBA, hoy y siempre. (Amanda Tamayo Rodríguez)