Cada año noviembre nos recuerda al Comandante victorioso que con
energía, talento y capacidad creadora nos enseñó hacer del trabajo una
fiesta indispensable para el desarrollo económico y social del país.
Nuevamente lo vemos en traje de campaña, como ministro triunfante en
la inauguración de una fábrica, una industria o centro escolar.
Preocupado por el control estricto de los recursos, convocando al
ahorro, a la estimulación, o a la innovación para solucionar la carencia
de piezas de repuesto.
Lo advertimos hoy en diversas superaciones del proceso fabril para comprender mejor el proceso productivo o compartiendo fructíferas jornadas voluntarias junto a los obreros de los más diversos sectores.
Evocamos en esta jornada al combatiente, quien convertido en operador de combinadas cañeras demuestra las ventajas de la mecanización. Ese que en una fundición realiza codo a codo con los trabajadores las tareas más arduas.
El que se convirtió en constructor y estibador, enseñando, con su ejemplo de ministro sin horario, que también se puede ser héroe en el combate más difícil con el esfuerzo cotidiano.
Ese es nuestro Che, el que educa y compromete al pueblo cubano en la edificación de una obra cada vez más bella e infinitamente humana.