Comienza un año que se avizora difícil en Cuba, también en el mundo y
para transitarlo habrá que recurrir a la resistencia creativa en todas sus
manifestaciones.

Para los cubanos de la isla no hay otra opción: elevar la producción de
alimentos y bienes como única manera de bajar los precios, tan elevados
hoy que afectan severamente la economía familiar.

El cerco económico que sufre la nación y algunos proyectos que no han
fructificado, hacen muy arduo todo empeño de desarrollo porque
básicamente, la escases de combustible y materias primas se tornan
impedimentos reales para lograr los elementos que mejoren la vida de
forma general.

La actividad agrícola y pecuaria debe en este 2024 dar un salto sustancial
en su aporte a la alimentación de la población, para lograr la reducción de
importaciones.

Recuperar la industria azucarera es vital, por el sentido de símbolo de la
nacionalidad que tiene y por el alto precio en el mercado internación del
azúcar y mucho más de los derivados de la caña como el alcohol, el
bagazo, la cachaza, el etanol, entre otros.

Hay que trabajar por mejorar los servicios, en especial los del sector de la
Salud, el cual depende mucho de la importación de la mayoría de sus
recursos, pero alguna solución habrá que encontrar.

Uno de los problemas más apremiantes que tiene Cuba es la situación de
vulnerabilidad de una cifra considerable de ciudadanos, por bajos
salarios o pensiones, con limitaciones físicas o mentales, ancianidad y
otros factores. Todos deberán ser identificados y atendidos en su
comunidad para evitar que se cree desigualdad social.

Son grandes los retos que impone este año 2024 dentro de un mundo
convulso, cuyas consecuencias negativas alcanzan a la isla, donde su
pueblo se debate entre las dificultades y el ánimo de luchar por lograr
sus sueños.