A pocas horas de celebrarse el Día de la Cultura Cubana, la Patria libra fuertes batallas en las que se manifiesta, una vez más, su ya probada resistencia
Cada 20 de octubre, la Isla celebra aquel hecho histórico que «sembró» en la conciencia y en el actuar de los cubanos, la semilla de la libertad.
Nunca antes había sido más jubiloso el amanecer en la ciudad de Bayamo, que aquella jornada irredenta en la que, al clamor de un pueblo efervescente, un canto de guerra acompañó el crisol independentista con el que se comenzaba a forjar la nacionalidad cubana.
Era el 20 de octubre de 1868. La fecha marcaba, entonces, el nacimiento de la primogénita ciudad libre de la República en Armas, tras la toma de la urbe bayamesa, y la interpretación, por vez primera de nuestra Marsellesa, devenida Himno Nacional.
Desde entonces, la conciencia patriótica estaría indisolublemente ligada a nuestra cultura, y la cultura cubana a ese sentimiento que viene de la auténtica cubanía, hecha de sangre, sacrificios y patriotismo.
Es por ello que, en vísperas de otro 20 de octubre, el orgullo se nos agiganta en el pecho. En esos versos que aseguran que «Morir por la Patria es vivir», se asienta la verdadera identidad de un pueblo.
Bien lo definiría el escritor Miguel Barnet, al señalar que el nuestro «es un canto de combate y victoria, de lo que somos y no renunciaremos a ser».
A pocas horas de celebrarse el Día de la Cultura Cubana, la Patria libra fuertes batallas en las que se manifiesta, una vez más, su ya probada resistencia. Conscientes de que saldremos de las dificultades que vive la Isla, azotada por el inhumano bloqueo económico impuesto por Estados Unidos, hace más de 60 años, ¡que retumben entonces las notas de La Bayamesa, y que se estremezcan los cimientos de la nación este 20 de octubre!, al entonarse, de la Patria, su canto más enérgico.