Hacer frente a los desafíos comunes y consolidar entendimientos entre los países expresan hoy la hoja de ruta descrita por los Estados árabes tras la celebración de la Cumbre de Jeddah.
En un reflejo del avance de la región al diálogo y la estabilidad, la cita anual con sede en Arabia Saudita fijó la necesidad del fortalecimiento de los valores, alianzas y la cooperación para mantener la seguridad y soberanía de sus naciones.
La reafirmación de la centralidad de la causa del pueblo palestino y el regreso de las relaciones árabes a Siria constituyeron victorias de la 32 reunión del Consejo de alto nivel, que definió la posición de un renacimiento integral en todos los campos en correspondencia con los acontecimientos mundiales.
En este sentido, la declaración final de la Cumbre Árabe abogó por un futuro que satisfaga las esperanzas y las aspiraciones de los pueblos con el objetivo de lograr beneficios comunes para la región sin injerencias extranjeras.
A propósito, el secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Aboul Gheit, subrayó la determinación de resolver los problemas de “los países por nosotros mismos en el aislamiento de la visión de las potencias externas”.
En la clausura del encuentro de presidentes, primeros ministros y líderes, el titular del organismo destacó el comienzo de un nuevo camino para los estados del área basado en el desarrollo y la construcción.
Un rechazo total recibió la ocupación israelí ante sus repetidos ataques y violaciones; y el texto final de la Cumbre llamó a la comunidad internacional a asumir sus responsabilidades y detener los crímenes de Tel Aviv; así como intensificar los esfuerzos para llegar a una solución integral y justa de la causa palestina.
La urgencia de un alto al fuego en Sudán y la reafirmación de apoyo a la estabilidad y las aspiraciones del pueblo de Yemen fueron asuntos presentes en el comunicado.
En tanto, los presentes instaron a las partes en Líbano a entablar un diálogo para elegir un presidente que satisfaga las aspiraciones del pueblo y adoptar las reformas necesarias para sacar a la nación de su peor crisis en la época moderna.
La declaración de Jeddah exigió el cese de la injerencia extranjera en los asuntos internos de los países árabes y el completo rechazo al apoyo a la formación de grupos armados y milicias fuera del ámbito de las instituciones estatales.
En el orden económico, enfatizaron en la importancia de invertir en tecnología para lograr un renacimiento industrial y agrícola árabe integral, además de sostener las cadenas de suministro de productos alimenticios básicos y elevar el nivel de compromiso del sector cultural hacia los objetivos del desarrollo sostenible.
A criterio de analistas, los países árabes inician una nueva página en la historia de sus relaciones lejos del proyecto estadounidense en la región, sobre la base del diálogo, la tolerancia, la apertura y la no intromisión en los asuntos de los demás bajo ningún pretexto.