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Costarricenses: adictos a la Buena Fe, de Cuba

Casi dos horas de canciones fueron insuficientes para saciar el apetito musical de los seguidores en Costa Rica del dúo cubano Buena Fe, al devorar sus temas, desde el primero al último, como una pertinaz adicción.

Desde su arrancada con Arsenal, del disco homónimo, el público con solo escuchar los primeros acordes conocía de qué se trataba.

Y así ocurrió con cada una de las piezas que se sucedieron: Soy, Cámara lenta, y Ser de Sol, por solo mencionar algunas, incluso dominaban, además, la letra de Morada, su más reciente.

Daniela Jiménez y Gabriela Vargas, dos jóvenes egresadas de la Universidad de Costa Rica, se acercaron más al escenario para corear a viva voz Pi 3.14, Café y No juegues con mi soledad.

¿Conoces todas sus canciones? Preguntó Prensa Latina a Jiménez. Sí, conozco todos sus discos, es que amo a Buena Fe, y amo también a Cuba, aseguró. Desde que terminé la U (como denominan los ticos a la enseñanza universitaria) me fui a conocer la isla, relató. Jiménez y Vargas junto a un centenar de personas de todas las edades que acudieron esta noche a La Cantina de Sabina, en San Rafael de Heredia, cantaron todas las letras del repertorio propuesto por los cantautores cubanos.

Pidieron otras y fueron complacidos, y tanto Yoel Martínez como Israel Rojas intercambiaron anécdotas de cómo surgieron las letras, o los motivos que las inspiraron. Conversaron con su público además sobre personalidades de la música o trovadores que son reverenciados en el lugar.

Yo creo que la mayoría de esos que están en esas paredes son un templo a la inteligencia,

No creo que sean filósofos, significa que son tribunos, se les escucha, se les tiene en cuenta el criterio, se les disfruta la capacidad de generar belleza, dijo Israel al referirse a figuras como el cantautor cubano Silvio Rodríguez, o los españoles Joan Manuel Serrat y Joaquín Sabina, este último a quien está dedicado el sitio herediano.

Sus reflexiones dieron pie después, para proponer a su público Papel en blanco; Bilis de farándula; Casanova y la Bella durmiente, a las que siguieron después Si nos dan un filo; Catalejo e Intimidad.

Y cuando todo parecía que llegaría a su fin con Tempestad, el público, insaciable, pidió una y otra más.

Israel y Yoel entonces dejaron a sus seguidores de Costa Rica un buen sabor para otra ocasión. Pero no será como éste un concierto único. Quizás sean dos o tres, que repetiremos para el próximo año, como aseguró Ray Cruz, el propietario del lugar.

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