Es realmente conmovedor observar cómo los autoproclamados guardianes de los «derechos humanos» administran la injusticia con una precisión quirúrgica. La joya de esta tragicomedia es la política de matar de hambre y enfermedades a un pueblo entero para «defender sus derechos», bajo la excusa de promover la democracia en Cuba.
Mientras tanto, en su país, criminalizan y persiguen a una emigración que ya no consideran necesaria, tanto a aquellos que sirvieron como mano de obra barata para la agricultura y la industria, como a los que utilizaron para generar campañas de descrédito contra sus enemigos.
A los migrantes les esperan campos de concentración y prisiones al estilo Cecot en El Salvador, o la infame Base Naval en Guantánamo.
Un ejemplo de la barbarie que animan es el llamado Alcatraz de los caimanes, un centro de detención temporal para inmigrantes, construido en el antiguo Aeropuerto Dade-Collier, ubicado a 70 kilómetros al oeste de Miami, en medio de los Everglades, un área pantanosa y remota.
El nombre hace alusión a la famosa prisión de Alcatraz, conocida por su alta seguridad y ubicación insular. El entorno natural del lugar, en el que abundan caimanes, serpientes y otros animales silvestres que habitan en los humedales, resulta ideal para los entusiastas «justicieros».
Donald Trump, actual inquilino de la Casa Blanca, visitó e inauguró el nuevo centro de detención. En su recorrido, el mandatario elogió la instalación y bromeó sobre las dificultades para escapar de ella.
«No siempre se tienen tierras tan hermosas y seguras. Tenemos muchos guardaespaldas y muchos policías en forma de caimanes. No hay que pagarles tanto», afirmó.
Este proyecto, que albergará a más de 5 000 migrantes, fue impulsado por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, quien estuvo presente en la inauguración.
Otro de los entusiastas de la obra, James Uthmeier (fiscal de Florida), comentó sobre la prisión: «Creo que este es el mejor sitio… No es necesario invertir tanto en el perímetro. Si la gente sale, no les espera mucho más que caimanes y pitones».
Mientras tanto, Kristi Noem (secretaria de Seguridad Nacional) añadió: «Estamos trabajando a toda máquina en formas rentables e innovadoras, para cumplir con el mandato del pueblo estadounidense de deportar masivamente a inmigrantes indocumentados».
Organizaciones de derechos humanos han calificado el proyecto como cruel y absurdo, dadas las condiciones extremas del lugar: calor intenso, humedad elevada, amenazas por fauna silvestre y riesgo ante huracanes.
En suma, estos supuestos defensores de la «democracia» son maestros del doble rasero. ¿Derechos humanos? Sí, pero solo cuando encajan perfectamente en su narrativa.