Cuando este 24 de marzo se cumplan tres años de la llegada del coronavirus a Ciego de Ávila, el doctor Alberto Moronta Enrique quizá recuerde el cambio drástico que dio su vida en aquellos momentos, en los que respirar sin dificultad ya era una buena noticia para cualquier persona.
Camagüeyano de nacimiento, antiguo dirigente de la FEU, graduado de Medicina y especialista en Nefrología, al doctor Moronta le tocó asumir la dirección del hospital Antonio Luaces Iraola, de Ciego de Ávila, en tiempos realmente duros. Solo llevaba meses como subdirector de Asistencia Médica al colapsar los servicios hospitalarios, como resultado de una ola de contagios por la COVID-19, hizo que el Ministerio de Salud Pública lo designara al frente del centro.
“El cargo de director llegó en un contexto difícil, en el que fue necesario realizar cambios en las estructuras de dirección del organismo a nivel de provincia, y me tocó asumir una tarea para la cual me fui preparando sobre la marcha, a veces empíricamente”, recuerda el galeno.
Desde entonces, el joven médico sintió sobre sus hombros la responsabilidad de dirigir una institución muy compleja y un colectivo laboral diverso y numeroso. Supo, sin que nadie tuviera que explicárselo, qué era llevar encima el peso de la vida (o la muerte) de los pacientes que a diario entraban al hospital esperando que no fuera demasiado tarde para salvarse.
Reflejaba el periódico local Invasor por aquellos días que no pocas noches, mientras la instalación hospitalaria experimentaba un foco de transmisión del SARS-CoV-2, el doctor Moronta fue, además de director, camillero. Y tampoco es difícil imaginar las ojeras, el estrés o el deseo de besar a la esposa y al hijo pequeño, cuando más lejano se veía el fin de la pandemia.
Hoy el galeno avileño sabe llevar con un poco más de confianza y tranquilidad la enorme carga de dirigir un centro de salud, y hace malabares para compartir su día a día entre esta tarea y los viajes al municipio Majagua, donde recientemente lo nominaron candidato a diputado.
“Como servidores públicos también nos debemos a la salud de los cubanos y atendemos las necesidades, insatisfacciones y principales preocupaciones de la población, relacionadas sobre todo con el proceso salud-enfermedad”, explica Moronta Enrique.
De resultar electo en los próximos comicios, el joven médico representará en la Asamblea Nacional del Poder Popular a muchos de los pacientes que un día recibieron oxígeno y esperanza gracias al ejército de batas blancas que él mismo encabeza. (Neilán Vera Rodríguez, ACN)