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Enrique Arango dirige el Servicio Sismológico Nacional desde 2014. Foto: Cortesía del entrevistado

«Aferrado» a la sismología

Al doctor Enrique Arango le fue otorgada la Orden Carlos Juan Finlay

Jefe del Servicio Sismológico Nacional desde hace diez años, el doctor en Ciencias de la Tierra, con especialidad en Geofísica, Enrique Diego Arango Arias, no logra desprenderse cada día de la inmensa responsabilidad que recae sobre él.

«Los sismos constituyen un peligro para la vida de muchas personas. Manejar la información pública vinculada a su ocurrencia, incluyendo las acciones enfocadas en preparar a la población y la manera de actuar ante ese tipo de contingencia, sin crear alarma, constituye una de las tareas más difíciles que he enfrentado en mi carrera profesional. No pierdo la esperanza de lograr disponer, en algún momento futuro, y gracias a los avances de la ciencia y de la tecnología, de un pronóstico del comportamiento de la actividad sísmica, con suficiente antelación y certeza».

Para el doctor Arango Arias, enfatizar en el estricto cumplimiento de las normas de construcciones sismorresistentes NC 46:2017, resulta vital en la reducción de la vulnerabilidad sísmica.

«Debo señalar que los daños ocasionados son lecciones de las cuales debemos aprender, pues tiempo atrás ya se había evaluado la vulnerabilidad sísmica de las edificaciones en el municipio granmense de Pilón, e indicado las medidas a tomar para evitarlos».

En el caso de las provincias orientales, las más expuestas del archipiélago cubano al acecho de los terremotos, es imprescindible edificar cada obra tomando en cuenta los criterios sismorresistentes y evitando, sobre todo, construir viviendas sin acero y sin cemento, recalcó el también Profesor Titular y Adjunto de la Universidad de Oriente y jefe del Programa Nacional de Investigaciones Sismológicas Aplicadas.

SURGIMIENTO DE UNA VOCACIÓN

«Siempre me gustaron las ciencias. En la casa, mis padres, abuelos y tíos supieron inculcarme el amor hacia los libros. Los preferidos para mí eran los relacionados con la naturaleza, la geografía física. Creo que en esa predilección influyó mucho mi papá, un apasionado de la exploración de cuevas y escalador varias veces del Pico Turquino.

«Cuando terminé la enseñanza media superior, matriculé la carrera de Ingeniero Geólogo en el entonces Instituto Superior Minero Metalúrgico, de Moa. En último año fui escogido para ingresar en las Fuerzas Armadas Revolucionarias y pasar el servicio social en la construcción de obras militares subterráneas. Luego, empecé a trabajar en una filial de la Empresa de Proyectos de la Industria Básica, radicada en Holguín.

«Allí laboré en investigaciones ingeniero–geológicas complejas, y adquirí los conocimientos que me permitieron ingresar, tiempo después, en el Departamento de Sismología, radicado en la ciudad de Santiago de Cuba, en 1991.

«Pronto comprendí que se trataba de una disciplina fascinante, en la que cada día descubres algo nuevo. La tierra siempre tiene un comportamiento diferente, nunca es igual ni en un lugar ni en otro, cambian la geología, la composición de la corteza terrestre, las fallas tectónicas. Así, quedé prendido para siempre con la sismología.

Según cuenta el doctor Enrique Arango, sus estudios de Maestría en Geología y Doctorado en Ciencias de la Tierra, los hizo en prestigiosas instituciones de México. Refiere que buena parte de su formación como sismólogo, la adquirió de manera autodidacta y en cursos impartidos en el Cenais. Aprendió mucho del fallecido doctor Tomás Chuy Rodríguez y del ingeniero físico Fernando Guash Hechavarría. En los últimos años incluye, en esa relación, a los doctores Bladimir Moreno Toirán y O’Learys González Matos, con los cuales ha participado en diferentes proyectos de investigación.

«Agradezco el apoyo incondicional recibido de la familia para desarrollar mi labor profesional, en particular de mi esposa e hijas. Sin ellas, me hubiera sido imposible dedicarme a la sismología».

AL COMPÁS DE LA INVESTIGACIÓN

La extensa lista de proyectos científicos asumidos en condición de autor principal o coautor, por el profesor Arango Arias, incluye los estudios sismotectónicos y de peligro sísmico de la región industrial de Moa, de Pilón (recogidos en la monografía Pilón, tierra que tiembla), así como los de carácter sismotectónicos dirigidos a precisar el modelo geodinámico de la región oriental de Cuba, y la Evaluación del riesgo sísmico de la ciudad de Santiago de Cuba y sus alrededores.

Por sus resultados, varios de ellos recibieron premios nacionales de la Academia de Ciencias de Cuba y del Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente. Recientemente, al doctor Enrique Arango le fue otorgada la Orden Carlos Juan Finlay.

Consultado acerca del comportamiento de la actividad sísmica en nuestro país, precisó que, de manera general, se mantiene muy similar a la reportada en décadas anteriores. La diferencia la marca la presencia de sismos fuertes en áreas geográficas vecinas, que se han sentido en el territorio nacional, como son los registrados en Haití, en los años 2010 y 2021, de 7,0 y 7,3 de magnitud, respectivamente, y el del 28 de enero de 2020, de 7,7, perceptible en toda Cuba, y cuyo epicentro fue localizado al este de Islas Caimán.

«El incremento del número de estaciones permite un mayor registro de movimientos telúricos de baja energía (así sucede en estos momentos en la zona de Pilón), lo que, unido a la divulgación a través de las redes sociales de la ocurrencia de cualquier temblor de tierra sentido por las personas, aunque sea muy leve, da la impresión de que estos eventos naturales son más frecuentes en la actualidad».

Subrayó que el Servicio Sismológico Nacional dispone de 24 estaciones, situadas en 11 provincias del país y en el municipio especial de la Isla de la Juventud, junto con una estación central situada en la ciudad de Santiago de Cuba y otra estación central de respaldo, ubicada en la ciudad de Holguín. Todas transmiten en tiempo real hacia esas dos últimas.

«La moderna tecnología instalada facilita visualizar cada registro en el Estado Mayor Nacional de la Defensa Civil, para adoptar, si las circunstancias lo ameritan, las medidas de protección de la población y de los recursos materiales. Igualmente, ocho estaciones nuestras transmiten su información a diferentes instituciones sismológicas internacionales mediante el Consorcio Iris, sistema que también nos permite recibir la difundida por unas 30 estaciones del Caribe y de varios puntos geográficos del continente americano».

Responsable, además, de los Sistemas de Alerta Temprana de Sismos y Tsunamis, el avezado científico enfatizó en que, si bien son más frecuentes y notorios en la región suroriental, la tierra puede temblar en cualquier lugar de Cuba.

Mencionó, entre los más significativos, el de San Cristóbal (actual provincia de Artemisa), del 23 de enero de 1880, que alcanzó ocho de intensidad, el de seis, en la propia localidad, el 29 de junio de 2021, y el de Remedios, Caibarién, del 15 de agosto de 1939, de siete de magnitud.

Los sismos tienen periodos de recurrencia validados por la ciencia. Donde hubo en épocas pasadas terremotos moderados o fuertes, en algún momento se repetirán, puntualizó el doctor Enrique Arango. (Autor: )

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