A juzgar por la “multitud” que aparece en la foto principal de este texto, Yunieth Velez Hernández captó la imagen en horas de la mañana del pasado 4 de julio. Quien suscribe estas líneas no tuvo igual suerte el día anterior, demoró demasiado. Arribó después del mediodía a la Casita infantil Rayitos de Sol, cuando la temperatura ambiente parecía sacar chispas de la tierra roja en el Consejo Popular Corea y mamá o papá habían decidido regresar temprano a casa en compañía de la presencia más tierna de la familia.
La primera impresión llegó con la vista exterior. Los verdes y amarillos en las plantas del jardín, la pulcritud y el esmero en cada centímetro del suelo, y la identificación del lugar en el que se deja claro que la Casita es el resultado de un empeño “a dos manos”, entre la Empresa Agropecuaria Arnaldo Ramírez y el sector educacional en el municipio avileño de Primero de Enero, actuaron como cartas de invitación, humildes sí, pero agradables.
“Adéntrese, verá usted que se sentirá como si estuviera en su casa”
Instantes después, Marlenis Silva Aguilar prodigaba al visitante las mejores atenciones, respondía solícita a cada interrogante con la pericia de quien suma 15 años de labor como educadora y atesora “un mundo” de anécdotas y experiencias.
Marlenis destaca el apoyo que se brinda desde la Empresa
Cada metro del inmueble ha sido testigo de la algazara infantil, también de los desvelos porque a los pequeños no les falte nada esencial. Marlenis muestra el pozo que ha simulado en el patio, mientras el periodista advierte el orgullo que acompaña a cada revelación.
Habla en voz baja, mientras Daniel duerme a sus anchas sobre el catrecillo. La sábana no está del todo en su lugar, en plena siesta, quizás la atrapó en un vano intento por deshacerse de la prenda. “La mamá es la cajera de la Empresa, por eso no ha venido a recogerlo, debe estar complicada”, comenta Marlenis.
En plano verano, también puede “pescarse” una siesta
¿Será el infante que ahora duerme plácidamente el mismo niño que aparece en la foto principal? ¿Y si lo despierto para despejar la incógnita?
Es demasiado tarde para intentarlo, exactamente el reloj del ordenador indica que han pasado 58 minutos después de la medianoche, siete días después de que el celular del reportero se apropiara de la figura del pequeño, hecho casi un ovillo sobre el lecho, y de que un sueño simple y bueno lo acompañe, día y noche: que más casitas infantiles pueblen de sonrisas y juegos tanto espacio como se pueda en Ciego de Ávila.