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Una Heroína en el dial

Si hay una periodista conoci­da en todo el país, esa es Miozotis Fabelo Pinares. Muchos no son capaces de poner­le rostro a su voz, pero gracias a la magia de la radio siempre hay quienes consiguen imaginarla, sentirla cercana.

Por eso, cuando transita por las calles o visita alguna fábrica o espacio cultural no faltan los sorprendidos al verla tan delga­da y ataviada con un bolso que pareciera pesar más que ella, grabadora en ristre. Es la corres­ponsal de Radio Rebelde en esta provincia, una mujer a la que ge­neraciones de periodistas nos he­mos acostumbrado a ver siempre activa, cigarro o taza de café en mano, presta a redactar o dar un consejo con humildad.

La fama estuvo alejada de sus deseos pues, como apunta, esta profesión es un servicio, un com­promiso hacia los demás. Por eso le costó tanto aceptar una entre­vista a propósito de haberse con­vertido en la cuarta periodista del país en recibir el Título Honorífi­co de Héroe del Trabajo.

La amistad profesional ganó e intentamos conciliar horarios para nuestra conversación, hasta que entendimos que a sus días les ha­cen falta más de 24 horas. Enton­ces se realizaría por WhatsApp, con audios y notas enviadas mu­chas veces de madrugada, cuando una cuartilla a medio escribir no la dejaba conciliar el sueño.

Y es que así transcurren sus jornadas. Mientras la capital agra­montina todavía duerme, ella suele andar por las calles para encontrar las historias que luego cuenta a través de Radio Rebelde y en Ca­dena Agramonte, sus hogares pro­fesionales.

Sin embargo, aunque la catalo­guen como mujer radio y nadie la imagine en otra profesión, no siem­pre quiso ser periodista. Cuando terminó el preuniversitario lo úni­co que tenía claro era que quería estudiar algo relacionado con las letras, me confesó.

“Mi abuela y mi tía, quienes me criaron, me inculcaron el hábito de la lectura. Por ellas, la primera op­ción fue Filología, pero se la otor­garon a otra persona y me quedé con la segunda carrera que había solicitado: Periodismo.

“Al principio eso me contrarió un poco, y después de las primeras prácticas en el periódico Adelan­te, de esta provincia, confirmé que había encontrado la profesión co­rrecta”.

La Universidad de Oriente fue su cátedra y, como recuerda, allí tuvo una vida estudiantil activa. “En la docencia fui alumna ayu­dante, también participé en de­portes, en la investigación”, acotó.

Se graduó en 1982 y para su sorpresa la ubicaron en la emiso­ra provincial. Recibió la noticia con pesar, pues creía que en Ade­lante, donde realizó prácticas preprofesionales, estaba su futu­ro. Al cabo del tiempo compren­dería que el cambio había sido lo mejor: “Se me metió el ‘bichito’ de la radio y contra eso no hay antídoto”, bromeó.

Ni siquiera el glamur de la televisión la apartaría del dial. Miozotis formó parte del equipo que hizo posible la primera emi­sión de Televisión Camagüey, el 24 de junio de 1985. Y allí perma­neció mientras cumplía la tarea asignada, pero en cuanto pudo regresó a la radio.

Desde entonces lo más común es encontrarla transitando por los laberínticos pasillos de la emisora agramontina o encerrada en cabi­na, editando algún trabajo.

En sus más de 40 años de la­bor ha escrito, hablado y analizado casi todo, añade, “cada día busco lo nuevo, otras aristas y enfoques para así motivar al oyente. En el periodismo siempre hay algo dis­tinto, debemos pensar en lo que la población necesita saber”.

Guiada por esa máxima ha conformado una obra que la ha hecho merecer reconocimientos de tanto prestigio como el Premio Nacional de la Radio y el Premio a la Excelencia Periodística. No obstante, aclara que no trabaja pensando en homenajes.

“Simplemente trato de que cada material sea como para pre­sentar a concurso, con el máximo de calidad posible.

“Velo por la realización téc­nico-artística y el uso adecuado de la música, los efectos, los so­nidos e incluso el silencio, que es un recurso radial que también comunica”.

Gracias a esa entrega se ha aden­trado con tino en la creación de ra­diodocumentales y reportajes. Su meta: contar historias que capten y mantengan el interés de los oyentes.

Decir Miozotis, como aseguran los más experimentados, es hablar de calidad y prestigio, de sencillez y de mujer revolucionaria. Antes que las reuniones y los informes, prefiere escuchar a la gente, sen­tarse a hablar con el más humilde de los trabajadores.

Su obsesión son las nuevas ge­neraciones, a las cuales intenta formar, como lo aprendió de José Martí.

Todo ello sin descuidar otras responsabilidades: desde el 2008 es miembro del comité nacional de la Unión de Periodistas de Cuba, por varios mandatos inte­gra la vicepresidencia de la orga­nización periodística en la pro­vincia y formó parte del comité nacional de la Central de Traba­jadores de Cuba.

Nombrar a Miozotis Fabelo es decir Radio Rebelde. Luego de tan­tos años, ¿qué significa la emisora de la Revolución para usted?

“Un compromiso que no ter­mina. Es ir por el camino de quie­nes marcan esa historia, tratar de mantener viva su tradición. Es se­guir las ideas del Che y de Fidel. Radio Rebelde es legado, un cami­no lleno de historia que se sigue por convicción. Mantener viva esa tradición entraña un reto y una gran responsabilidad”.

Pero llama la atención que siempre haya insistido en colabo­rar con Radio Cadena Agramonte, a la que también mencionó entre sus agradecimientos al recibir el Título Honorífico de Heroína…

“Cadena Agramonte es mi otra casa, la escuela en la que aprendí a dar los primeros pa­sos y eso nunca se olvida. En es­tos estudios ha transcurrido la mayor parte de mi vida y con la gente que me encuentro aquí ten­go una relación de afecto que va más allá de cualquier responsa­bilidad laboral”.

Por años el periodismo fue vis­to como un oficio de hombres, que excluía a las mujeres o las limitaba a abordar temas “afines con su gé­nero”. ¿Puede considerarse supera­da esa realidad?

“Pienso que sí. Desde hace tiempo las mujeres, empoderadas por la Revolución, ocuparon tam­bién estas trincheras, y no solo para hablar de ‘temas femeninos’. Abundan los ejemplos de perio­distas consagradas, maestras en la redacción o el trabajo reporte­ril. También resulta positivo que en las aulas la mayoría de nuestros estudiantes sean muchachas”.

Tradicionalmente el Título Ho­norífico de Héroe y Heroína del Trabajo se ha entregado a personas vinculadas de manera directa a la producción. Cabría preguntarse, ¿y el periodista qué produce?

“En verdad, el periodista no produce bienes materiales, pero informa, educa, moviliza, crea conciencia, defiende ideas… Esos son ‘bienes’ fundamentales en los tiempos que corren, de tanta desin­formación interesada. Cuando sal­go a la calle lo hago pensando en cómo mostrarle mejor a la gente nuestra realidad, con sus luces y sombras. Hay mucho de entrega al otro en la labor del periodista. No somos protagonistas, sino servido­res públicos”.

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