Un público conmovido estuvo atento a la esmerada intervención de la doctora Francisca López Civeira en el espacio Sábado del Libro, en la que a la par de destacar pasajes de la obra, ofreció detalles y esclareció elementos de la vida de José Martí, de la que es una ferviente estudiosa
«No es rendir homenaje a Martí, es conocerlo, es incorporarlo a la vida… en lo personal y en lo colectivo; y Martí, el Apóstol nos ayuda a ello».
Con esas palabras, expresadas a modo de convocatoria, la doctora Francisca López Civeira cerró la presentación, en el espacio Sábado del Libro, de la biografía que escribiera el intelectual Jorge Mañach (1898- 1961) sobre el Héroe Nacional de Cuba y que titulara Martí, el Apóstol.
Publicado por la Editorial de Ciencias Sociales, dirigida por Michel Torres Corona, quien acompañó a la Doctora en la presentación, el texto, con varias ediciones y una reimpresión, ve ahora la luz dentro de la colección Biblioteca del Pueblo.
Un público conmovido estuvo atento a la esmerada intervención de López Civeira, en la que, a la par de destacar pasajes de la obra, ofreció detalles y esclareció elementos de la vida de José Martí, de la que es una ferviente estudiosa.
Mañach nos presenta a un Martí que no vive en un lecho de rosas, expresó la Doctora, y destacó la presencia en el texto de la capacidad organizativa del héroe, su enfrentamiento a propósitos contrarios, su relación con su madre, y con su familia en general. Nos ofrece una historia de vida que puede parecer edulcorada, pero que no fue así y en la que brilla la ética martiana todo el tiempo, consideró.

Esta biografía nos lleva de la mano por la trayectoria de vida de Martí de una forma muy atractiva, y el lector puede hasta sonreír, y se vive con alegría esa escena que describe cuando llegó a Cuba y se incorpora a la guerra, y la vive con él, refirió Paquita, y explicó que uno hubiera querido que esa parte hubiera estado más ampliada.
Tras las palabras de Paquita, Torres Corona compartió con los presentes las palabras finales del libro: «Aquella noche en el campamento mambí de Las Vueltas “no hubo necesidad de tocar a silencio”. Parecía que el aire mismo se sintiese el peso de la gran ausencia. Con el fuego del vivaque se le vio al “Chino Viejo” un centelleo en las mejillas húmedas. Alguien acuñó ya para la posteridad un título venerador: “El Apóstol”».
La lectura que a partir de este fragmento inició, llegó a su fin. Tras el rotundo aplauso, el público fue por su Martí, el Apóstol para llevarse el seductor libro a casa.