Todos en Ciego de Ávila lo conocen como “el parque de los carritos locos”, un lugar donde en la memoria de los avilenses, las risas de los niños se mezclan con el ruido de los motores y la música de fondo.
En el Parque de la Ciudad, desde su inauguración en 2010, sus visitantes buscaban los carros chocones que, con los años, se convirtieron en su sello distintivo. Ahora, en el marco de las celebraciones por el 26 de Julio, el parque que pertenece a la Empresa Extrahotelera Palmares S.A. está viviendo una transformación que busca devolverle su brillo, apegándose a esa esencia que lo hizo querido.
No se trata solo de pintar paredes o cambiar luces. La restauración toca cada rincón, desde el clásico tren y las sillas voladoras —que pronto volverán a funcionar— hasta la pista de baile, donde generaciones enteras han bailado casino o revivido los éxitos de los 90. Incluso esos carritos locos, los reyes indiscutibles del parque, están siendo reparados para seguir siendo el “producto estrella” que atrae a grandes y chicos.

Pero hay más: entre las novedades, aparecerán maquinitas eléctricas en la plaza central y un área de tiro al blanco con pistolas de estilo springfield. Y para quienes prefieran un momento de relax, pronto abrirá sus puertas “El Barco 26 de Julio”, un snack bar con capacidad para 40 personas, donde se servirán mariscos, cerveza fría y hasta música en vivo por las noches. Sin reservas, sin complicaciones: como siempre, el parque será un espacio para llegar y disfrutar.
Lo más admirable es que, entre martillazos y brochazos, al área de Palmares junto al parque infantil no ha cerrado sus puertas. Sigue abriendo de 10 de la mañana a 8 de la noche. Pronto, cuando las obras terminen, volverán también las ruedas de casino y las noches temáticas.
Esto no es un simple arreglo por cumplir. Es un modo de decirle a la comunidad que uno de sus parques favoritos sigue siendo parte importante de la ciudad.
Ahora todos los ojos están puestos en Ciego por el 26 de Julio, los albañiles y pintores le devuelven la vitalidad a este espacio de la ciudad, porque esos carritos locos que todos aman no son solo máquinas: son recuerdos que, ahora renovados, seguirán rodando para crear más.
