Ni el mismísimo Harry Houdini hubiera vaticinado una buena actuación de los Tigres del béisbol de Cuba en la III Liga Élite; mucho menos, que la lideraran durante gran parte de la campaña.
Nadie, absolutamente nadie, imaginó su clasificación y que terminaran con 24 victorias, en espera del rival para la etapa semifinal, luego de ocupar el lugar cimero durante gran parte de la campaña.
Todo ello es el resultado de muchos poquitos, en una temporada en que varios, entre los que me encuentro, fueron considerados solo como animadores y no como un equipo capaz, siquiera, de dar batalla, sobre todo, después del “hundimiento” de su armada, cuando pilares claves decidieron abandonar el conjunto por razones personales.
Fiel a su tradición de que “conmigo juega en que más rinda”, el mentor, Dany Miranda, supo, desde el principio, mover sus piezas y todo le ha salido a pedir de boca, al extremo de eslabonar las 24 victorias, sin que haya perdido ni una sola subserie particular (solo el duelo particular con Santiago de Cuba e Industriales quedó empatado a cuatro victorias por bando), muestra de su solidez en los renglones de juego.
Desde el principio, la dirección del equipo enfocó el trabajo a corregir las dificultades de los propios jugadores avileños, identificadas en los entrenamientos y en la Serie, incluidos los refuerzos, que se han integrado a la nómina como una gran familia.
La experiencia y visión de Dany y su equipo de dirección de ver las cosas a largo plazo, con una filosofía bien fundamentada y que cumplen al pie de la letra: la disciplina, el haber creado una familia, donde hoy todos son de Ciego de Ávila, sin distinción de provincias; la conexión entre los jugadores y el cuerpo de dirección, con entendimientos por ambos lados, sabiendas que los jugadores no son máquinas que practican el béisbol, si no, hombres, sujetos a las limitaciones y dificultades de la Cuba de hoy.
De espectacular pudiera calificarse su andar por la temporada, con buen paso en otros factores claves: primer lugar en pitcheo, con Promedio de Carreras Limpias de 3.56, cuando la media del país supera las cinco carreras limpias por juegos de nueve entradas lanzadas; un Whip de 1.44 y al que menos le batean los rivales (265).
Además de tener excelente equilibrio —como jamás había sucedido— entre el pitcheo abridor y el del bullpen, en un torneo donde los conjuntos dependen más de los abridores que de los cerradores.
El equipo ha demostrado solidez tanto al bate como en el montículo, con jugadores claves conectando a la hora buena y lanzadores manteniendo bajos los números rivales; los veteranos aportan liderazgo y calma en momentos decisivos, mientras que los jóvenes suman energía y talento fresco, creando una dinámica ganadora; el cuerpo técnico ha sabido manejar el roster, con cambios oportunos y ajustes tácticos que han dado resultados.
Imposible dejar de mencionar el rol del pitcher espirituano, Ariel Zerquera, el más trabajador de la serie con 59 y un tercio de entradas lanzadas; el promedio de efectividad de Yunier Batista (1.88, el mejor de la liga, con cuatro victorias y tres juegos salvados); los cinco rescates de Yankiel Mauri y los cuatro de Leonardo Moreira; los cuatro éxitos del joven avileño Kevin Soto y las tres victorias sin derrotas del refuerzo camagüeyano José Ramón Rodríguez.
A la ofensiva, destacar la actuación del rejuvenecido guantanamero Leonelkis Escalante, líder dentro del plantel en carreras producidas (56) y en dobles en la Liga (14); Roberto Luis Delgado, máximo impulsor (28), en su función de quinto bate, estratégica, al cubrir muy bien el turno tras de Frederich Cepeda, encantador de serpientes, que ha hipnotizado a todos con su rendimiento, caballerosidad y forma de jugar al béisbol, su gran pasión.
Otro espirituano, Rodolexis Moreno, fue quien más indiscutibles conectó (52) y el que más bases estafó (15); Yoasán Guillen, inmenso a la defensiva, añadido el récord de haber pegado cuatro triples para estas ligas.
Ronal Castillo, a mi juicio el pelotero avileño que más avanzó de un año a otro, fue el de mejor promedio al bate (345), unido al poder de Jonathan, líder jonronero (6) del conjunto y a la certeza de Fernando de La Paz, quien jugó los 40 desafíos de su equipo y capturó a 17 de los 27 hombres que le salieron.
Añadir que Ciego de Ávila fue el conjunto que mayor cantidad de doble-play facturó en la Liga, con 60.
Se nota una gran química en el grupo, con apoyo mutuo. como si cada juego fuera el del final de la serie, el de la discusión de un campeonato. Ciego de Ávila tiene tradición de ser un equipo competitivo, y esa mentalidad ganadora resurge en esta campaña.
Los Tigres tienen garras para aspirar al título. Así que no se asombre. Regresan cuando nadie lo imaginó y ahora volverá a escucharse en el José Ramón Cepero, su cuartel general, la voz de sus seguidores: “Cieeego, Cieeeegoooo…”