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Cuando el honor desembarcó en Duaba

Queridos jóvenes:

Hoy vamos a conversar sobre un episodio de nuestra historia patria en la lucha por alcanzar la independencia de España en el siglo XIX. Se trata de un acontecimiento relativamente poco conocido por ustedes: la primera expedición que llegó a costas cubanas para apoyar la “Guerra Necesaria” organizada por José Martí en 1895.

Este hecho tiene dos aspectos significativos:

  1. Fue la primera expedición que llegó a Cuba, procedente de la República Centroamericana de Costa Rica.
  2. En esta expedición llegó, para incorporarse a la lucha armada, el Mayor General Antonio Maceo Grajales, quien era esperado con ansiedad por el pueblo cubano para generalizar la insurrección.

La organización de la expedición:

El General Antonio Maceo, tras el fracaso del llamado “Plan Gómez-Maceo” en la década de 1880 y de “La Paz del Manganeso” tras su visita a Cuba en 1889, decidió trasladarse a Costa Rica. Allí logró un ventajoso acuerdo con el gobierno costarricense para fundar una colonia agrícola. Solicitaron terrenos en una zona llamada Talamanca, al sur del país, cercana a la frontera con Panamá y con salida al mar Caribe, cerca del puerto de Limón.

Sin embargo, las autoridades españolas protestaron ante el gobierno costarricense por la cercanía de esta colonia a la isla de Cuba. Como resultado, los terrenos concedidos se ubicaron en el noroeste del país, cerca de Nicaragua y del Océano Pacífico. Entre los acompañantes de Maceo se encontraban destacados generales y patriotas cubanos como su hermano José, Flor Crombet y Agustín Cebreco.

Gracias al “Contrato Lizano-Maceo”, aprobado el 17 de diciembre y sancionado por el presidente costarricense el 21 de ese mismo mes, se creó la Colonia Cubana de Nicoya, que tenía una superficie de 15,000 hectáreas de selva. Los colonos transformaron esta área, con mucho esfuerzo, en lo que luego sería conocido como La Mansión de Nicoya.

José Martí y el “Plan de Fernandina”

José Martí visitó Costa Rica en los veranos de 1893 y 1894 para coordinar con el General Maceo y otros veteranos el papel que desempeñarían en el “Plan de Fernandina”. Este contemplaba la llegada de tres expediciones simultáneamente a la isla para apoyar el levantamiento interno. Una de ellas, a bordo del vapor Lagonda, debía trasladar a los líderes insurrectos a la región oriental de Cuba.

Cuando el “Plan de Fernandina” fracasó, la situación se complicó. Aunque el levantamiento había comenzado en Baire el 24 de febrero de 1895, muchos de los principales líderes (entre ellos José Martí, Máximo Gómez, Antonio Maceo, Flor Crombet y otros) seguían en el extranjero. Su incorporación a la lucha era vital para evitar que la insurrección decayera o se paralizara.

Con recursos limitados, apenas unos 2 000 pesos aportados por el Partido Revolucionario Cubano (PRC), se decidió que el General Flor Crombet organizara y liderara la expedición desde Costa Rica. Esta debía entregarse al Mayor General Antonio Maceo una vez en territorio cubano.

La expedición del Honor:

La expedición, organizada y comandada por el General Flor Crombet, partió el 25 de marzo de 1895 desde Puerto Limón, Costa Rica, a bordo del vapor Adirondack. Contaba con 23 patriotas, todos oficiales veteranos, y un arsenal inicial de apenas 11 fusiles. Durante su travesía, hicieron escalas en Jamaica y en la Isla Fortuna, en las Bahamas, para finalmente dirigirse a Nueva York.

A pesar de los inmensos peligros, como el acecho de las autoridades españolas y la presencia de barcos de guerra, incluido el crucero Conde de Venadito, lograron arribar a la Isla Fortuna el 29 de marzo. Allí alquilaron una goleta de nombre Honor con tripulación bahamesa, aumentando su arsenal a 13 fusiles. Navegaron hacia la costa cubana enfrentándose a condiciones climáticas adversas, que en algunos casos los obligaron a amarrarse a los palos para no caer al agua.

El desembarco en Duaba:

Finalmente, el 30 de marzo, avistaron el faro de Punta de Maisí. Arribaron a la desembocadura del río Duaba, cerca de Baracoa, en la madrugada del 1º de abril. Dado el mal tiempo, no pudieron utilizar su bote auxiliar y decidieron embarrancar la goleta para alcanzar la costa. El desembarco, que algunos describieron más como un naufragio, dejó la Honor completamente destrozada, pero los expedicionarios lograron reponerse rápidamente.

El General Antonio Maceo, como jefe de la expedición, se puso en contacto con los pocos vecinos locales, quienes confirmaron que la región estaba en calma y sin acciones bélicas, ya que la Guerra Necesaria aún no había llegado a esa zona. Tras descansar brevemente, decidieron avanzar hacia Duaba para aprovisionarse.

Informados de la presencia de armados en la zona, las autoridades españolas enviaron una compañía de soldados desde Baracoa para interceptarlos. En el “Alto del Pino”, los 23 expedicionarios emboscaron con éxito a las tropas enemigas, causando cuatro bajas mortales y diez heridos, obligándolos a retirarse desmoralizados.

Sin perder tiempo, Maceo dirigió al grupo hacia el oeste, atravesando la inhóspita selva del macizo Nipe-Sagua-Baracoa. Durante el trayecto, cruzaron el río Toa y establecieron su primer campamento en la finca Juncal. Mientras tanto, el alto mando español destinaba fuerzas considerables, incluidas las temidas escuadras de Guantánamo, para impedir su avance y unión con otros grupos insurgentes.

La Odisea del Honor:

Este episodio es recordado como la Odisea del Honor. Refleja no solo el valor de los expedicionarios al arriesgar sus vidas por la independencia de Cuba, sino también las virtudes y el patriotismo que los impulsaban. Aunque enfrentaron traiciones y dificultades extremas, lograron librar su primer combate victorioso en tierras cubanas.

Dicho suceso histórico sobre la travesía de los expedicionarios liderados por Antonio Maceo refleja con claridad las adversidades extremas que enfrentaron en su lucha por la independencia.

La travesía de la expedición y los eventos en La Alegría:

El miércoles 3 de abril de 1895, Arcid Duverger, acompañado por un guía y otro vecino, salió a caballo rumbo a Guantánamo para contactar con Periquito Pérez. Mientras tanto, los expedicionarios, liderados por Antonio Maceo, comenzaron a avanzar hacia el noroeste, atravesando ríos y montañas. Por la tarde, llegaron a la casa de Ramón de Armas, donde disfrutaron de una comida sustanciosa con patos y gallinas, que su dueño planeaba abandonar para unirse a la expedición. Sin embargo, habían entrado en una región despoblada y extremadamente difícil, lo que les dificultaría recibir ayuda y provisiones.

El jueves 4 y el viernes 5 fueron jornadas agotadoras, en las que los expedicionarios apenas lograron alimentarse con naranjas agrias y algunos recursos precarios. Al llegar a un lugar conocido como Rancho Frío, se perdieron en las montañas selváticas. El ascenso por la empinada Loma de Cuchilla Quemada fue descrito por ellos como un verdadero infierno, marcado por hambre extrema y fatiga. La dieta se redujo a naranjas, babosas y alimañas encontradas en el camino.

Finalmente, el sábado 6 lograron llegar al “camino real”, que separaba las aguas de Baracoa y Guantánamo, cerca del río Sabanalamar. A pesar del cansancio extremo y la escasa alimentación, continuaron hacia un lugar llamado “Los Dos Brazos”. Allí, mientras intentaban descansar y preparar alimentos, fueron atacados por las postas enemigas de los “Indios de Yateras”, vanguardia de las tropas españolas. Maceo decidió evitar el combate y ordenó una retirada ordenada hacia el oeste.

El lunes 7 de abril, la expedición llegó a la vivienda de Ezequiel Rojas, un sargento de los “Indios de Yateras”. Divididos en dos grupos, uno liderado por Flor Crombet y José Maceo, se encargaron de sacrificar un cerdo; mientras que el otro, encabezado por Antonio Maceo, cruzó el río Toa para recolectar frutas y viandas. Aunque parecía que por fin podrían reponerse, fueron sorprendidos por una emboscada preparada por Pedro Garrido, oficial español que había logrado adelantarse al itinerario de los expedicionarios.

La emboscada fue estratégica, utilizando el huerto como señuelo para distraerlos. En el ataque, el grupo se fracturó en tres subgrupos, perdiendo contacto entre ellos:

  1. Subgrupo liderado por Antonio Maceo: Compuesto por Frank Agramonte, Manuel Jesús de Granda, Jesús María Santini, Juan Limonta y Domingo Guzmán.
  2. Subgrupo liderado por Flor Crombet y José Maceo: Formado por Tomás Julio Sainz, Isidoro Norieta, Juan Fustiel y Joaquín Sánchez Peñaló.
  3. Subgrupo liderado por Agustín Cebreco: Incluía a Silverio Sánchez Figueres, Adolfo Peña, José Palacios y Alberto Boix.

En este caos, Jorge Travé Estrada y Patricio Corona fueron hechos prisioneros. Aunque no hubo fallecidos, la expedición quedó debilitada y dividida.

Es fascinante cómo los eventos históricos pueden entrelazarse simbólicamente, como la coincidencia del nombre “La Alegría” en dos emboscadas, separadas por 60 años, pero unidas en la historia de la lucha independentista de Cuba.

De los tres subgrupos, el que enfrentó “menos dificultades”, aunque siguió padeciendo inmensos sacrificios, fue el liderado por el Coronel Agustín Cebreco. Con otros cuatro compañeros, el grupo tuvo la suerte de evitar enfrentamientos armados y, el día 10, contactó con Hermenegildo Ramírez Rojas, un indígena simpatizante de la causa independentista. Ramírez los guió hacia la cueva de San José, al norte del caserío de La Caridad. Por el camino, encontraron al expedicionario José M. Arseno, quien se había dispersado desde el encuentro en “Los Dos Brazos” el día 7.

Moviéndose con extrema precaución y algo más repuestos, los expedicionarios llegaron a la vivienda de una familia amiga entre los días 11 y 13. Finalmente, lograron contactar con un grupo de mambises liderado por Francisco Bejerano, un viejo conocido del Coronel Cebreco desde la Guerra Grande, en las zonas de San Antonio y Santa Cruz.

El grupo de Flor Crombet y José Maceo:

Este grupo enfrentó uno de los episodios más trágicos para la expedición y para la causa independentista. El miércoles 10, mientras subían una empinada elevación por un camino montañoso, se toparon con una tropa enemiga que descendía en dirección contraria. Alertados por el veterano Juan Fustiel, quien detectó el movimiento enemigo, José Maceo disparó imprudentemente y se lanzó por un barranco, logrando escapar solo él.

El resto del grupo fue atacado por los “Indios de Yateras”, quienes realizaron certeros disparos, dando muerte a Joaquín Sánchez y al General Flor Crombet. Juan Fustiel, herido mientras intentaba ayudar a sus compañeros, relató más tarde cómo el General Flor luchó hasta el final: “Haciendo fuego sobre los soldados que ya estaban muy cerca… con tan mala suerte, que enseguida cayó con el cráneo atravesado por un balazo, muriendo instantáneamente”.

José Maceo, lesionado y contuso por su caída, logró refugiarse en una cueva cercana, mientras los enemigos abandonaron su persecución al darlo por muerto. Este hecho marcó el inicio de lo que el General Máximo Gómez describió como “La Odisea del General José”.

Monumento erigido en honor a los patriotas que desembarcaron por Duaba. Foto: Cortesía del autor

A pesar de las heridas, José Maceo continuó su marcha hacia el oeste, enfrentándose a condiciones extremas. El sábado 13, logró refugiarse en la casa de Aniceto Basulto y descansar un poco. Continuó perdido en las regiones de Vega Grande y La Mansión, sobreviviendo en completo aislamiento. En su estado de hambre y debilidad, José llegó a un punto crítico en que tuvo que arriesgarse a matar una paloma, comiéndola cruda para evitar perecer.

El miércoles 17, logró salir al camino de Sagua y encontró una casa en el entronque de los ríos Santa Catalina y Cerrajón. Finalmente, el jueves 18, un grupo de exploradores mambises lo localizó y pudo unirse a las fuerzas de Periquito Pérez en Cerrajón Arriba.

La travesía del General Antonio Maceo y su grupo:

Al igual que los otros dos grupos, el del General Antonio Maceo avanzaba con extrema cautela, consciente de la proximidad de las tropas enemigas que, tras la emboscada en “La Alegría”, los buscaban incansablemente. El día 10, poco antes del mediodía, mientras se encontraban en una elevación, se escuchó un fuerte pero breve tiroteo a lo lejos. Maceo exclamó: “…ese es Flor que se bate…”. Efectivamente, en ese momento el General Flor Crombet caía heroicamente en combate en el “Alto de Palmarito” en Yateras. El grupo continuó su marcha hacia el oeste, acampando esa noche en plena montaña selvática.

El día 11, sin guía, Maceo lideró la expedición con brújula en mano, buscando el rumbo suroeste y tratando de encontrarse con alguno de los dispersos. La situación era crítica; enfrentaban hambre, fatiga extrema y los constantes movimientos de las tropas perseguidoras. Cerca del poblado de Guayabal de Yateras, tropezaron con un campesino que reconoció a Maceo y los llevó a una casa de cubanos simpatizantes. Allí descansaron, se alimentaron adecuadamente y consiguieron un guía.

Sin embargo, el guía, Eustaquio Rodríguez, resultó ser un traidor. Los mantuvo caminando en círculos toda la noche hasta llevarlos cerca de la Loma Colorada, donde los dejó abandonados. Poco después, los voluntarios de Yateras atacaron su campamento. En medio del caos, el General Maceo, único armado en el grupo, repelió el ataque con fuego sostenido, logrando escapar milagrosamente junto a Juan Limonta y Domingo Guzmán. Algunos compañeros, como Manuel J. de Granda, Jesús María Santini y Frank Agramonte, fueron hechos prisioneros.

Agotados y con los pies destrozados, el sábado 13 continuaron su marcha por difíciles y peligrosos terrenos, orientándose con la brújula hacia el noroeste. La noche siguiente acamparon cerca de Malpared Arriba. El domingo 14, enfrentaron una jornada terrible bajo lluvia y frío, estableciendo un campamento junto al río Cañas, aún perdidos en pleno monte.

Por fin, al día siguiente, el lunes 15, se encontraron con Eusebio Leyva, un joven mambí conocido como “Lateral”, quien los condujo a una finca de Arroyo Blanco. La jornada fue extremadamente difícil, pero alentadora. Después de descansar y alimentarse en la finca de Miguel García, Leyva los llevó a una finca vecina en la región de “La Zarza”.

El martes 16, Maceo y sus acompañantes, con caballos frescos y más descansados, comenzaron una jornada decisiva. Guiados por un veterano mambí, avanzaron hacia el noroeste por el camino de Santo Domingo. Cerca del mediodía, llegaron a la finca Calabazas, donde fueron bien acogidos. Continuaron hacia el caserío de Soledad y acamparon en un mangal de la finca Concepción.

Allí, Maceo tomó la difícil decisión de buscar un lugar seguro para dejar a Domingo Guzmán y José Bautista Limonta, quienes no podían seguir debido a su estado físico deplorable. Su sacrificio permitió acelerar el avance del General Antonio en su búsqueda de unión con las fuerzas mambisas.

Luego de asegurarse de que sus compañeros quedaran en condiciones seguras, el General Antonio Maceo y los que aún le acompañaban avanzaron con extrema precaución hacia el caserío de Mayarí Arriba. Allí llegaron a una casa amiga donde se actualizó sobre la situación de la región y pudieron disfrutar de un tardío almuerzo.

Durante su estancia en esta casa, se enteraron de la presencia en la zona de un grupo de mambises en Vega Bellaca, un lugar bien conocido por Maceo gracias a sus campañas durante la Guerra Grande. Apenas concluido el almuerzo, se dirigieron hacia el supuesto campamento. Tomaron la vereda a la derecha del río Sagua y, tras caminar aproximadamente media legua, alcanzaron el entronque de este río con el arroyo Mícara. Aproximadamente a un kilómetro de dicho entronque, llegaron al campamento alrededor de las 6 de la tarde.

La sorpresa inicial por la llegada de personas extrañas se transformó en una inmensa alegría cuando identificaron al jefe natural de Oriente, “el hombre de Baraguá”. Esta tropa, subordinada al General Jesús Rabí y liderada por el comandante Benigno Ferié, recibió a Maceo con euforia y esperanza: “¡Llegó el General Maceo, se salvó la revolución! ¡Viva Cuba libre!”. Era el viernes 18 de abril de 1895.

Culminación de la Expedición del Honor:

Así culminó esta aventura patriótica, llena de peligros, sacrificios, esperanzas y éxito total. La travesía había comenzado en Puerto Limón, Costa Rica, el 25 de marzo de 1895, con la organización de la expedición dirigida por el General Flor Crombet, quien sacrificó su vida en heroico combate.

La expedición desembarcó el 1º de abril en la playa de Duaba, al norte de Baracoa, convirtiéndose en la primera en arribar a costas insurrectas cubanas bajo el mando del Mayor General Antonio Maceo. Su propósito era consolidar la llamada “Guerra Necesaria”, titulada así por el delegado del PRC, nuestro Héroe Nacional, José Martí Pérez.

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