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Circávila 2025: Día 3 (y final)

Los protagonistas de estos tres días de circo intenso y emocional llamado Circávila no fueron tanto los artistas, la música o los espectáculos; ni siquiera los organizadores de tan importante evento que ya cumplió su novena edición, sino el público.

Agradecido y feliz, se les vio colmar el lunetario del cine Carmen en su última y cargada jornada de clausura que arrancó a las 10 de la mañana y continuó a las 2 y las 5 de la tarde.

Los espectáculos, todos, estuvieron a la altura de las expectativas y el público regresó a casa, seguramente, con otra actitud o como si dejaran una tonaleda de preocupaciones al borde de la acera. Cada número ejecutado por malabaristas, contorsionistas, magos y payasos, tuvieron a cargo el rol de reparar y construir humanidades. ¿Lo lograron? La respuesta no puede ser más afirmativa.

En un show de más de una hora en donde se unieron todos los artistas circenses invitados y del patio, se hizo patente la calidad artística y humana, la gracia y la majestuosidad de un arte que se va transformando y aún sigue cautivando asombros.

Bastaron la actuación de los payasos con su lenguaje de silbidos tan comunicativo como universal, las contorsiones del circo Areíto o la magia del gran Haliom con sus sorbos de agua o su espada atravesando la hipnotizada garganta, para que el público aplaudiera hasta no poder más y fuera poderosamente feliz.

Bastaron los perritos del circo de Granma, los giros mortales y la cinta aérea de Haliom para que los cientos de ojos se colmaran de lágrimas, emocionados, y fueran el eco de tanta dicha.

Bastaron, además, los técnicos del sonido o de la seguridad escénica que hicieron posible el agarre perfecto, la confianza en el nudo o la soga.

Bastaron los esfuerzos del sistema de la cultura avileña, del Consejo de las Artes Escénicas y Latin Luli’s Productions, más el esfuerzo encomunado de los periodistas de la televisión, la radio y el periódico.

Bastó un solo día de ver el rostro emocionado de mi hija ante el artista aferrado a una cinta aérea y girar hasta el cansancio o el dolor, para sentir que el arte circense no perderá vigencia nunca en esta isla de magos y malabaristas.

Escrito por Vasily MP

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