Inaugurada por el Comandante Ernesto Che Guevara, el 13 de febrero de 1963, la Empresa Juan Antonio Márquez (Cepil), de Ciego de Ávila, es un símbolo de innovación, economía circular y encadenamiento productivo en la industria ligera cubana.
Con más de seis décadas de operación, la entidad ha logrado combinar tradición artesanal con tecnología de avanzada, posicionándose como la única fábrica en Cuba especializada en productos de higiene y limpieza de alta calidad.
Cepil comenzó produciendo cepillos de cerdas naturales y cabos de madera de forma artesanal. Hoy, sus líneas incluyen cepillos dentales, escobas, cubos, cestos, y artículos desechables como platos y cubiertos de plástico, que son los más representativos, pero no los únicos.
Entre los merecidos reconocimientos recibidos por la empresa se destacan la Medalla de Oro en la Feria Internacional de La Habana (2002) y el Premio Nacional a la Innovación Tecnológica 2020, por su adaptación a estándares internacionales de la norma ISO 9001 y soluciones creativas ante la escasez de materias primas.
Clave en el proceso productivo ha sido el empleo de la innovación y la economía circular, con ejemplos como la reutilización de plásticos reciclados o virutas de envases agrícolas, por ejemplo, para fabricar percheros, urinarios y escobas, reduciendo la dependencia de importaciones. Desarrollan también una línea de monofilamento (cerdas para escobas), a partir de plástico reciclado.
Oscar Morales Jiménez, director general de la entidad, afirmó que, entre las últimas inversiones que beneficiaron el proceso productivo se encuentran la puesta en marcha, en 2021, de la moderna línea que garantiza la fabricación de cubetas plásticas de 3,8 litros, 10 litros y 19 litros. Con estos envases se benefician entidades como Pinturas Vitral y Servisa, así como empresas de la Agricultura y la Industria, entre ellas la Agroindustrial Ceballos y la planta de pinturas Devox Caribe s.a., de México, que opera en la Zona Especial de Desarrollo Mariel.
La capacidad de producción anual de esa inversión es de 1 550 000 unidades al año; cuyos recipientes, debido a sus condiciones de resistencia y sellaje, pueden emplearse también para envasar otros productos, como alimentos.
Al comentar sobre las ventajas tecnológicas de la moderna línea, el directivo explicó que está conformada por máquinas de inyecciones ahorradoras de energía y automatizadas, con la inclusión de robots e impresión del artículo moldeado y la colocación de etiquetas dentro del molde.
«Trabajamos de conjunto con el sector del turismo, que, a través de su propia importadora, va a garantizar la materia prima para la demanda que tienen, para este año y para el próximo, de todos los productos de limpieza, incluyendo los cepillos dentales, que es producción que está paralizada desde hace dos años.
«En agosto comenzaremos a dar respuesta, con la fabricación de 64 productos de alta demanda.
«Mantenemos el encadenamiento con la Empresa Militar Industrial de Santa Clara y con la forma de gestión no estatal, en Camajuaní, en la provincia de Villa Clara», aseveró.
El sobrecumplimiento de las ventas se expresa en más de diez millones de pesos, y cerramos con ingresos medios, entre salarios y estímulos, de casi 11 000 pesos, lo cual también forma parte de las bondades de esa organización.
EL MOLDE DEFICIENTE Y LA CADENA DE BICICLETA: HISTORIAS PARA CONTAR
Aquel día Landy (Orlando Tiburcio Rivero Jiménez) no lo pudo creer. Después de reiterados intentos infructuosos, uno de los proveedores extranjeros de moldes para vasos respondió a la llamada y le dijo que sí, que los moldes llegarían.
Pasadas varias semanas, hicieron su entrada a la fábrica de Cepil Juan Antonio Márquez, de Ciego de Ávila. La llegada despertó más incertidumbre que expectativa: traían problemas de fabricación y, una vez más, debieron echar mano al ingenio creador de sus trabajadores para rescatarlos y emplearlos en el proceso productivo.
Landy, quien lleva 37 años en la fábrica, afirma que hay 44 asociados al Comité de Innovadores y Racionalizadores (Cir), aunque asegura que son más de 200 los trabajadores que, de una manera u otra, aportan soluciones. «Uno te da una idea por acá, otro por allá. Y uno escucha para, después, solucionar los problemas. Si no fuera por esas ideas, la fábrica no trabajara, porque tiene equipos muy obsoletos».
En otra ocasión, se deshizo en pedazos la correa de la que allí comúnmente llaman peladora vertical (RS 2/SV). Pasaron dos días, y la solución llegó del ingenio Jorge Carlos Cossío González, mecánico de la UEB, Fábrica de cepillos, taller de encerdado.
Recordó que en la casa tenía un pedazo de cadena de bicicleta y pidió a Félix José Carrero Jiménez, otro de los buscadores de soluciones, que trajera otro pedazo. Empataron la cadena de bicicleta, adaptaron los piñones y pusieron de alta la máquina, sin tener que esperar por la correa que ¿llegaría? desde Italia, a contrapelo de burlar el bloqueo yanki.
«Hoy la máquina es más productiva, más rápida, con una mayor velocidad que la diseñada originalmente», explicó el especialista.
En marzo pasado, la misma ueb presentó un déficit del alambre de 0,8 milímetros, para la producción de escobas. De nuevo, tres buenos «inventores», el propio Félix José Carrero, Eddy Calzada Consuegra y la joven Leidys Madroñal Guerra, directora de la UEB, pusieron el cerebro a funcionar, y decidieron adaptar y ajustar el alambre de 0,6 milímetros a una pieza llamada útil 35, en las encerdadoras Osmas 3 y Star V2. Resuelto el problema, ya pueden fabricar las escobas, los cepillos de lavar, sanitarios, entre otros surtidos, con el alambre de 0,6 milímetros.
Son soluciones que agradece Rosalba Quintero Sosa, quien comenzó como seleccionadora de escobas y hoy es una experimentada encerdadora, por cuyas manos han pasado miles y miles de esos artículos de primera necesidad en el hogar.
¡Y qué decir de Luis Rivero Ulloa, el hombre que, detrás del torno, aporta las soluciones más inimaginadas!
HISTORIAS QUE MERECEN SER CONTADAS
Leidys Madroñal Guerra, licenciada en Marxismo e Historia, de formación militar, es la directora de la UEB. En medio del bullicio industrial, se mueve con rapidez, voz suave y con autoridad; observa y aporta ideas.
Su título de Licenciada en Historia y Marxismo parece haber templado su mirada analítica; sus manos, que hojeaban textos de teoría política, diseñan fórmulas, y da criterios, porque desde que llegó a la Juan Antonio Márquez, hace una década, y fue designada técnica de consumo (llevaba el control de las materias primas empleadas en los procesos productivos), se enamoró de su fábrica.
Cepil es un ejemplo de cómo la innovación y la tenacidad pueden transformar limitaciones en oportunidades. Desde sus humildes inicios hasta su rol actual como líder industrial, la fábrica avileña demuestra que, incluso en contextos adversos, es posible crear productos de calidad y contribuir al desarrollo económico nacional. La historia, contada a través de sus trabajadores, inspira a seguir «cepillando» los obstáculos con creatividad.
El éxito de la empresa no solo se mide en las toneladas producidas, sino también en su capacidad para adaptarse y crecer, con una huella bien marcada en la economía de la provincia, en la comunidad del territorio, y en toda Cuba.